La ventana
Los millennials configuran una generación que, además de tener nombre colectivo propio, parece saber lo que quiere. O lo que no quiere. Los expertos en Bussines Management están muy preocupados con esta generación porque 1. Es la que viene nos guste o no y con la que van a tener que contar y lidiar ya mismo. 2. Parece que el dinero no lo es todo para ellos. 3. Visten muy raro. Este último punto no es importante ya que las cajas de ahorro comprobaron durante la crisis cómo las corbatas no eran garantía de nada. El segundo punto es el que realmente mosquea a los observadores de tendencias dado que será la primera vez en varias generaciones que la gente joven no se mueva por dinero. Y resulta que las empresas están muy preocupadas por atraer y retener talento ya que los asuntos relativos al mundo digital son cosa de esta generación y ahí no hay quien les tosa. Pues si no se mueven a cambio de un buen sueldo ¿qué es lo que les motiva? Les motiva el espacio donde trabajan, los horarios flexibles, la vida sana y el buen rollo en general; también el sueldo, pero no en primera instancia. Y las oficinas se adaptan a todo ello para captar su atención y seducirles con sus cantos de sirena motivadores, sus gadgets tecnológicos y sus futbolines en las zonas de descanso (el efecto Google, quién lo iba a decir con la de horas que perdimos en los Recreativos Guinardó).
Mientras tanto, en el mundo real y doméstico del hogar, los expertos en inmobiliaria residencial y los constructores y arquitectos ni siquiera se plantean que los millennials vayan a pedir una hipoteca, ni mucho menos que tengan unos gustos específicos. Pues serán los de siempre, se dicen: unos acabados de alto standing y unas manillas de categoría. El tamaño de la cocina, la configuración de los dormitorios, las zonas comunes, las nuevas tecnologías y demás son temas ' que no hace falta replantear porque ya están resueltos desde hace décadas. Pero, ¿estamos seguros de que los millennials no prefieren otra cosa?
Que tengan pasta para comprarse un piso es cuestión de tiempo, especialmente si tenemos en cuenta la absoluta incompetencia digital del común de los mortales que nacimos en el caduco siglo XX. Tal vez tampoco les seduzcan las mismas viviendas que a sus madres o abuelas y prefieran algo diferente. O tal vez no. Pero en todo caso, no leo informes sobre este tema, ni nada que se parezca de lejos a una prospección sobre gustos en cuestión de viviendas, o tendencias sociales, por parte de las nuevas generaciones. Mientras el mundo de la empresa organiza jornadas continuamente para discutir el tema con sus expertos, aquí estamos más por las tendencias cromáticas, el tejido del año y los estilos decorativos. Volvamos la vista a las nuevas generaciones y observemos a los cachorros para ver cómo se interrelacionan con su hogar, qué les gusta y qué detestan, a fin de aprender sobre lo que de verdad afectará a la casa en el futuro inmediato: la gente que va a vivir en ella.