La entrada se marca por una columna que soporta el menor de los techos
La casa MNM se ubica en un espacio residencial tranquilo en el lado Este de la ciudad. En un barrio con vistas hacia el suroeste frente a una calle con leve pendiente que va en dirección Noreste Suroeste.
Los clientes son una pareja con su hijo adolescente. La casa tiene dos plantas, con retiros mayores posteriores y frontales y una franja angosta de cada lado que aportan espacios verdes, ventilación y privacidad entre las casas vecinas. Desde la calle, detrás de unas rejas que van paralelas a la acera, se ven un juego de volúmenes y tres techos escalonados y sueltos entre sí, que ayudan a bajarle la escala al techo principal, alto y puntiagudo que, si hubiera estado sólo, sería opresivo.
La entrada se marca primeramente por una columna que soporta el menor de los techos, la diagonalidad de este techo y por el volumen de hormigón expuesto que continúa dentro del vestíbulo que acompaña la transición y articula la entrada. Finalmente, la puerta de entrada es parte de un panel de metal, con detalles lineales incrustados, y además es ancha, pivotante y pintada llamativamente de color amarillo. La distribución de los espacios es la convencional, dormitorios de la familia en planta alta y el resto en planta baja. La distribución de los dos dormitorios familiares determinó todo el esquema espacial de la casa.
Las vistas cruzadas desde todos los ángulos del interior de la construcción añaden un foco de interés a los espacios y crean encuentros de volúmenes y geometrías inesperadas que juegan con la luz natural que entra en abundancia por los grandes ventanales. Los tonos oscuros de las vigas metálicas y el pavimento contrastan vivamente con el blanco impoluto de paredes y techos creando un diálogo de líneas y planos que se asemeja a un cuadro abstracto.