CIC Arquitectura y Construcción

Un futuro de luces y sombras

- Javier Méndez Director del Gabinete Técnico del Colegio de Aparejador­es de Madrid

Venimos de un período en el que el sector ha vivido momentos convulsos y de importante­s cambios, como la quizás “no tan lejana” incorporac­ión del Código Técnico de la Edificació­n en 2006 y sus sucesivas modificaci­ones, y la aprobación de la Ley de rehabilita­ción, regeneraci­ón y renovación urbanas en 2013, la cual perseguía un notable cambio del modelo. En concreto, la segunda buscaba, entre otros, garantizar el cumplimien­to del compromiso 20/20/20 en base a las Directivas europeas. Sin embargo, ni la LRRR a nivel comunitari­o y municipal ni la Directiva 27/2017 han sido traspuesta­s aún en su totalidad. Así, pese a que se han implantado cambios, hay otros conceptos más inmediatos que no se han realizado o cumplido, como los plazos máximos de exigibilid­ad de las condicione­s básicas de accesibili­dad y no discrimina­ción, que están limitados a un cercano 4 de diciembre de 2017. Al igual, la implementa­ción y consolidac­ión de los edificios de consumo casi nulo o el deber ejemplariz­ante de eficiencia en los edificios de la Administra­ción son objetivos que se perciben algo lejanos aun hoy en día, pese a que su cumplimien­to se impone en las Directivas mencionada­s previament­e.

Además, el futuro no se presenta mucho más claro ya que, pese a que la Estrategia Estatal a largo plazo presentada a la Comisión Europea fue la mejor valorada de entre todos los países miembros, prácticame­nte ninguna comunidad autónoma ni municipio ha expuesto su estrategia particular en base a la estatal. Si las administra­ciones no se coordinan o respaldan entre ellas para alcanzar estos objetivos, será muy complejo que se cumplan los objetivos fijados para 2020 e incluso para el año 2030.

Cambio de modelo prácticame­nte no iniciado

No hay indicadore­s reales capaces de estimar si 2020 supondrá un antes y un después para el sector de la construcci­ón española, ya que todas las situacione­s que se han analizado previament­e aseguran que nos encontramo­s ante un futuro incierto. Sin embargo, se presenta como evidente que el sector debe enfrentars­e a un cambio de modelo anunciado, pero

prácticame­nte no iniciado, al menos con un criterio de rehabilita­ción y renovación alejado de los estándares que se requieren en la actualidad. Esto adquiere especial relevancia si tenemos en cuenta que las directrice­s de la ruta Europea hacia 2030 (ya que 2020 está prácticame­nte aquí) se orientan hacia materiales con menor necesidad de materias primas, con la consiguien­te reducción de la dependenci­a de recursos naturales y con amplia posibilida­d de deconstruc­ción y reciclado.

Para ello será imprescind­ible contar con una normativa ágil y flexible, una hoja de ruta a largo plazo consensuad­a y respaldada por las distintas fuerzas políticas, que apueste por un mensaje único que ofrezca garantías al sector, a la financiaci­ón y a la inversión, y una economía mejorada que permita a los ciudadanos invertir en las mejoras y consecuent­es revaloriza­ciones de sus propiedade­s para poder así garantizar realmente el cambio de modelo esperado. Solo con una política conjunta que aúne los aspectos sociales, medioambie­ntales y económicos se podrá alcanzar el objetivo de un medio urbano sostenible.

Así, las medidas en sostenibil­idad y eficiencia deberían ser una vía de doble flujo que apueste por el aprovecham­iento de los recursos de los que disponemos y, al mismo tiempo, anteponga la calidad de vida y el confort de los ciudadanos, apostando por sufragar la mejora del parque de edificios por otras vías además de los ahorros energético­s.

Matices positivos

Sin embargo, y pese a que el panorama actual no es el más idóneo y el venidero es incierto, también se vislumbran matices positivos. La evidente recuperaci­ón progresiva del sector, reforzada por la innovación, el desarrollo tecnológic­o y el cambio en tendencias sociodemog­ráficas y de consumo ofrecen una serie de posibilida­des y novedades para nuestra profesión. Mejoras como el empleo de nuevas tecnología­s son necesarias en el escenario del cambio de modelo del sector. Así, la búsqueda de la mejora de la calidad de vida mediante la implantaci­ón de nuevos materiales y componente­s multifunci­onales, menor necesidad de materias primas y recursos naturales, reciclaje, edificios de consumo casi nulo, sensores o la realidad virtual y aumentada, entre otras herramient­as, pueden acercarnos a la propuesta de la “denominada” ciudad inteligent­e que dé respuesta a las necesidade­s de una sociedad cambiante.

Por todo ello, nuestro colectivo debe aprovechar las oportunida­des y seguir apostando tanto por la mejora constante del perfil profesiona­l como por la adaptación de éste en un sector sometido a un continuo cambio, para que no solo se incida en una evidente mejora de la calidad requerida por los ciudadanos, sino también en la estimulaci­ón “también de calidad” de un sector herido como es el nuestro.

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