En vida, papi; sí, en vida

Como en la canción de Pat Metheny The truth will always be - La verdad siempre será verdad-, me dispongo a agradecerte todo lo que 'En vida, Papi; sí, en vida', nos enseñaste. A dar nuestras primeras pedaladas en aquellas bicis con ruedines. Al pequeño Dani no le hizo falta porque ya nació pedaleado, la primera vez, con dos años y tres meses se arrancó solo a pedalear, dando muestras de que llevaba tus genes, papi. El abuelo Paco le sujetó al final de la calle, firme pero sin apretar, y Dani sintió por primera vez la confianza que siempre nos has transmitido. Nos enseñaste a pedalear con la maestría de los buenos amigos, que sin necesidad de pedirlo ya saben lo que necesitas. Siempre tuviste un parche para aquel que lo necesitara, daba igual el tamaño del estropicio, sabías solventarlo sin darle importancia. Un gracias y un abrazo te valía. De vosotros, papis, también aprendimos un modelo de familia basado en el cariño y el respeto, no con simples palabras que suenan muy bonitas, sino como muestra real de tu canción La verdad siempre será verdad. Sabemos que será muy difícil acostumbrarnos a estar sin ti, pero seguro que nos ayudarás como hiciste una y otra vez cuando la cadena de la vida se nos salía. Ayer intenté explicar a tus nietos cómo habías salido volando con la bici, como Elliot con E.T. en su cesta, directo al cielo alumbrado por una inmensa luna, acompañado por los chicos de la pandilla igual que ahora por todos nosotros. Pues sí, papi, en vida nos demostraste que la buena gente existe, generoso y dispuesto a ofrecernos tu última barrita para que no desfalleciéramos. Humilde, sencillo, eso sí siempre a la moda, porque tu barba te acompañó creando tendencia. ¡Qué gran campeón, chicos! Que magnífico padre, marido, amigo y abuelo hemos tenido. Gracias papi, por tantas magistrales enseñanzas, infinitas horas de pedaleo, sin ni siquiera hablar durante kilómetros, que nos han reconfortado. ¡Gracias y un millón de veces gracias!