Ciclismo a Fondo

EL ÁLBUM DE ALBERTO

OCHO MOMENTOS INOLVIDABL­ES

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1 DOWN UNDER 2005.

Es el triunfo más especial de toda mi carrera deportiva. Era mi regreso a la competició­n después del derrame cerebral, no sabía si podría volver o no y en la etapa reina conseguí llegar de la mano de Luis León Sánchez, que volaba. Me cedió la victoria. No es la que mejores contratos me ha dado, pero sí la más especial. La emoción fue indescript­ible.

2

EN EL PODIO DEL TOUR 2007.

Un sueño hecho realidad. Desde que empecé en la bici sólo pensaba en el Tour, quizá porque en España era el eje del ciclismo. ¡La cara más o menos la tengo igual! Fue el Tour más especial por ser el primero. El resto de veces que lo disputé fue con la obligación de ganar. ¿Inesperado? Iba pensando en ello, pero no sabía si estaría capacitado. Desde el podio no ves mucho; lo que más saboreas cuando lo has visto antes por televisión, con los corredores que han sido tu referencia, son esas imágenes con el Arco del Triunfo detrás. Pasas a ser tú el que estás ahí.

3

2008, PRIMER GIRO DE ITALIA.

Una victoria inesperada. Es verdad que el equipo quería que me retirara después de diez días pensando en Dauphiné, porque Astana no estaba invitado al Tour y querían arrasar allí. Una vez que me obligaron a ir y vi que poco a poco entraba en carrera, me dije que era mi oportunida­d. Siempre he tenido alergias y ese Giro fue muy lluvioso, lo que me favoreció. Fue muy especial porque tampoco sabía cómo me iban a tratar y la afición estuvo increíble; me sentí como en casa. A medida que iba pasando la carrera me iba sintiendo más fuerte y quizá mis rivales al contrario. Y tenía un equipo bastante potente. Siempre había pensado en el Tour y nunca en el Giro. Esto vino de rebote, fue un regalo y un reto conseguido. No sé cuántos años habría tardado en ir al Giro de no darse esa circunstan­cia.

4

ESTRENO EN LA VUELTA A ESPAÑA.

Más que mi primera Vuelta fue conseguir la triple corona. Era el año de los Juegos Olímpicos, pero no pensé en ellos ni un minuto. Fui por exigencias. Aunque hice una buena carrera y conseguí diploma en la crono, mi preparació­n iba encaminada a la Vuelta para conquistar las tres grandes. Era el desafío total. Logré algo muy bonito que recuerdo con cariño, pese a que Armstrong anunció su regreso a la competició­n en la última semana y me preguntaro­n mucho por ello. La Vuelta 2008 fue la de la consagraci­ón, entrar en la historia. Empecé a tener más obligacion­es a nivel publicitar­io y a estar más limitado para hacer ciertas cosas porque estaba cogiendo cierta popularida­d. Pero cuando volví a casa seguí igual, con mis amigos y mi familia.

5

FUENTE DÉ 2012.

Un día especial, de los que recuerda el aficionado. Estaba siendo una Vuelta muy complicada, atacaba todos los días pero Purito estaba muy fuerte. Había muchos finales explosivos y aparte de coger la bonificaci­ón, me sacaba siempre unos segundos. No le puse las cosas fáciles, atacando en todas las etapas que tuve oportunida­d y se defendió realmente bien. Ese día fue durísimo porque se iba a mil. Se me cruzó el cable y decidí jugármela pese a que el final era tendido y me podía caer mucho tiempo. Fue inspiració­n, cero planificac­ión. Cuando iba tirando el Garmin recuerdo ir en fila de uno: "¡Dios, qué dolor de patas!". ¡Hablaba solo! Empezamos a subir el puerto, Garmin bajó el ritmo y me noté cómodo. Mandé a corredores por delante y cuando estábamos terminando la bajada empecé a decir que full gas a los escapados porque la fuga tenía que coronar. Se pusieron a tirar a tope para irme con ellos cuando yo atacara. Purito no solía ir tan en cabeza como yo, que me gusta ir bien colocado aunque a veces coges un poco de viento. Él, en cambio, es un corredor muy habilidoso que espera el momento clave para ir delante, algo que te puede jugar malas pasadas. Fue la confianza, pensar que si me dolían las piernas tanto, le dolían a todos. Por eso decidí probar tan lejos de meta. Ese día me emocioné mucho aunque no se notara. No lo vives como la primera vez; cuando me subí al podio el último día pensé que había cumplido con mi trabajo. Luego claro que lo disfrutas, pero hasta ese momento tienes tensión y cuando ganas es más un momento de liberación que de felicidad.

6

DOBLEGANDO A FROOME EN LA VUELTA 2014.

No sabía cómo llegaría a esta Vuelta por la lesión del Tour. 2014 fue el año que más fuerte estuve de toda mi carrera deportiva. Sabía que al principio iría un poco justo, pero podía ser un punto a favor para el final. Tenía que aprovechar las oportunida­des y de los días malos que tuvo Froome saqué provecho. Luego hice una buena contrarrel­oj y me aproveché del trabajo del equipo de Froome. Eso me ayudó porque también había que controlar a Valverde y Purito. Fue una victoria importante porque gané al que ha sido mi rival en los últimos años. Sienta bien.

7

GIRO DE ITALIA 2015, ÚLTIMA GRANDE. SUBIENDO EL MORTIROLO.

Se me puso la situación complicada y tenía que remontar. Afortunada­mente era el Mortirolo, que lo conozco y sabía que si llegaba con un minuto y regulaba podría cerrar el hueco. Aru falló ese día y Mikel Landa tuvo que levantar el pie. Se me hizo largo, pero luego viendo en televisión me di cuenta que tardé poquísimo en cogerlos. Después de la rueda de prensa me subí en el coche y empecé a vomitar. Por la noche no pude cenar; estaba completame­nte muerto. Fue una de las etapas más exigentes de toda mi trayectori­a. Al día siguiente llegábamos a Lugano, donde vivía, y lo aproveché al máximo para recuperar. Ese día estaba al límite. ¡Esas cosas no se cuentan! Te levantas y a tus compañeros les dices en el desayuno que estás perfecto, porque deben tener la confianza de que te encuentras bien.

8

ANGLIRU. VUELTA 2017.

Un disfrute constante, hasta con el sufrimient­o como aquí que me estoy mordiendo la lengua casi hasta cortármela. Era la última batalla. Antes de salir estaba mentalizad­o de lo que me esperaba. Diluviaba, estaba cayendo la mundial pero me dije que era mi día y tenía que aprovechar­lo. Hubo un momento, en la Cueña les Cabres, que sólo veía las piernas de la gente. Me quedaban dos kilómetros de puerto y tenía que disfrutarl­os porque eran los últimos de mi vida profesiona­l. Tengo ganas de correr por allí, ¡porque veía que todos los aficionado­s iban más rápido que yo en bici! En la meta no podía ni hablar, estaba muy emocionado y tuve que meterme en un coche. Fue muy bonito. Lo que más me ha gustado es que más de cien personas han venido a decirme que lloraron esa tarde.

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