JOSEBA BELOKI
Decir que con la desaparición del equipo Euskaltel-Euskadi "el ciclismo vasco se había muerto", siempre me ha parecido una apreciación un tanto exagerada. Dos proyectos, Euskadi-Murias y la Fundación de Euskadi, coincidirán durante la temporada 2018, prov
Lo que en los años noventa comenzó con un proyecto de casa, de formación y trampolín, años después se convirtió en un referente dentro del pelotón profesional. No lo digo por su color naranja, reconocible en cualquier vértice del pelotón, sino porque el equipo creció en todos los aspectos. Deportiva, estructural e institucionalmente, pegó un buen estirón. Años después, y no sin los típicos contratiempos y plazos de urgencia, la institución se quedó en stand by. A muchos otros les sucedió también, antes o después. El ciclismo había cambiado y el plan de viaje ya era otro. Las legislaturas mandaban en el horizonte de muchos de los proyectos. Galicia, Andalucía, Valencia, Murcia, Extremadura, Euskadi... Poco a poco los partes de defunción se iban sellando, no sin dejar en el camino algún cadáver colateral que otro. Abarca -Movistar Teamen Champions, sólido y con viabilidad; Caja RuralSeguros RGA lucha contra la marea; Burgos BH y Euskadi-Murias buscan la gesta. Un panorama difícil de digerir, en el que, digan lo que digan, la afición es la única fiel.
DOS EMBARCACIONES
2018 se presenta interesante. Por el Cantábrico rolan vientos favorables que generan esperanza. EuskadiMurias, con su mensaje de equipo de formación, ya ata corredores; buena señal. Parece que lo que se deseaba desde hace tiempo es una realidad. Tres años en categoría Continental con una única victoria. La formación no siempre va de la mano de los resultados, ¿o no? Jon Odriozola marcó las pautas a primeros de año cuando, durante la presentación en
la Alhóndiga bilbaína, hablaba de ª un proyecto de paísº. Desde la desaparición del equipo Euskaltel-Euskadi, la Fundación Euskadi había descargado su experiencia en un proyecto amateur. La ilusión y la tan recurrente formación aparecen otra vez. En agosto, una nueva vuelta de tuerca. Miguel Madariaga, que sigue en el cargo, no aguanta hasta final de temporada y Mikel Landa coge la batuta prometiendo un equipo liderado por él con base sólida de gente muy cotizada a su lado para disputar el Tour de Francia. Si Mikel utiliza esos términos, habla de inmediatez. Aguas renovadas para un mismo caudal. El proyecto crece y, como en el caso de Murias, ya suenan nombres. Una bendición. De pensar en marzo que había más bien poco, pasamos a tener dos conjuntos vascos. Nos quedamos sin uno amateur, eso es verdad, pero imagino que esa coyuntura irá en el plan de ataque. Proyectos diferentes, vías distintas, aspectos divergentes, pero un mismo objetivo: ambos proyectos quieren crecer hasta lo más alto. Sinceramente, creo que sólo hay lugar para uno. No veo viable de ningún modo dos equipos en la élite, tal y como están las cosas ahora mismo. El ciclismo y la vida han cambiado desde aquellos lejanos BH, Orbea, Dormilón, Zahor, Mavisa, Banesto, Kelme... Dejemos atrás el romanticismo y, como vasco y aficionado al ciclismo, deseo que nadie se haga daño. Lo dije durante la retransmisión en Radio Euskadi de La Vuelta; hoy, meses después, sigo opinando lo mismo. Se necesitan proyecto (s) y, sobre todo, de los que cuidan a nuestros amateur. Necesitamos pocas florituras y buena gestión para que el esfuerzo de quien aporte obtenga su fruto. ¿Con esto habrá más participantes en el Tour? Pienso que no, pero si esto es lo que motiva, digamos que sí. Lo que necesitamos es que lo que los Paco Rodrigo -Etxeondo-, Jon Fernández -Orbea-, Murias y compañía aporten con sus medios sea llevado a buen puerto. Un puerto que tras la última ciaboga está a la vista. Aprovechemos la ola y boguemos cada uno por su calle sin olvidar lo que tanto han nombrado ambos proyectos hasta ahora: formación y trabajo de cantera. Zorte on (buena suerte).