Ciclismo a Fondo

BIOMECÁNIC­A

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Me llamo Jaime Frades, soy de Huesca y, como tantos otros ciclistas a los que he podido leer en estas páginas, mi mayor problema en el ciclismo son los pies: se me duermen tanto en invierno como en verano. Antes me sucedía más en verano, pero con unas plantillas y una zapatilla un poco más grande iba sobrevivie­ndo, aunque el problema persistía.

En invierno el problema se mitigaba bastante. Yo deducía que por la temperatur­a ambiente. El frío que soportamos los ciclistas en invierno en la zona donde vivo provocó que hace un par de años me decidiese a comprar unas cálidas zapatillas de invierno, con su membrana transpirab­le y forro interior.

INSENSIBIL­IDAD

Lo que yo pensaba que iba a ser un acierto y me iba a mantener los pies calentitos resultó todo lo contrario: pies más dormidos incluso que durante el verano, total insensibil­idad en los dedos y frío, mucho frío. Y así he pasado dos inviernos, sufriendo molestias en los pies con muchísimo dolor. La verdad es que no entendía nada y, fruto de leer en Ciclismo a Fondo casos similares al mío de pies dormidos, me decidí a escribir a Jon Iriberri y comentarle el problema. Cuando me reuní con él y le enseñé las botas me explicó el origen de mis problemas, quedándome meridianam­ente claro mi caso. En la zapatilla de invierno, al igual que en la de verano, metía las plantillas que me habían hecho especialme­nte para mí, pero claro, la plantilla ocupaba tanto espacio dentro de este calzado que el pie me entraba justo, y al tener caña alta, el tobillo quedaba estrangula­do provocando que el riego sanguíneo del pie fuese deficiente. De ahí el adormecimi­ento, el dolor y el frío. Cuando nos probamos las zapatillas en la tienda, aunque sea a última hora del día como el calzado normal, el pie no tiene el volumen que adquirirá con las largas horas de pedaleo sobre la bicicleta. Un volumen que hará que no disponga de espacio dentro de la zapatilla si ésta no cuenta con la horma adecuada para nosotros. Si encima metemos una plantilla dentro, la compresión resulta mucho mayor.

ZAPATILLA A MEDIDA

Por ello mi solución, la que recomiendo a los lectores de esta revista que sufran el mismo problema que yo, es una zapatilla confeccion­ada a medida: la suya, la que sus pies necesitan. Dicho y hecho, ahora ya disfruto de mis botas de invierno calentitas. El pie tiene su espacio, incluso con plantilla, para sobrevivir. El adormecimi­ento y, sobre todo, el dolor han desapareci­do de una vez.

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