ALBERTO CONTADOR
Alberto Contador ya no es ciclista profesional y cuesta hacerse la idea. Protagonista absoluto de los últimos 15 años de este deporte, lo deja feliz por lo conseguido y sobre todo por lo que ha hecho disfrutar a los aficionados. Disfrutar, esa es la palab
La última entrevista en activo del pinteño rebosa emoción y confesiones.
Hace unos cuantos añitos, Alberto Contador cursaba sus estudios en un instituto de Pinto. Un día cualquiera, un profesor le sorprendió leyendo el periódico Meta 2Mil en clase y le espetó con desdén algo parecido a esto: ª ¿Qué miras, ciclismo? Como si te fueras a ganar la vida con ello...º. Dejando a un lado la discutible capacidad visionaria del docente, dos décadas más tarde visita la redacción de Ciclismo a Fondo uno de los ciclistas españoles más importantes de la historia. Su brillante palmarés incluye siete grandes -las mismas que Miguel Indurain y Fausto Coppi-, pero la influencia de este talentoso escalador que traía de serie unas insólitas dotes para la contrarreloj va mucho más allá, como pudo comprobar en persona en la apoteósica Vuelta a España con la que cerró el último capítulo de su carrera profesional. El campeón madrileño, relajado, risueño y liberado aunque sin ganas de desconectar en exceso de un deporte que le sigue apasionando, la repasó con nosotros durante más de tres horas.
DESPEDIDA SOÑADA
Ciclismo a Fondo: ¿Cuántas veces te han preguntado desde el final de La Vuelta si hay alguna posibilidad de que sigas un año más?
Alberto Contador: (Ríe) Muchas, pero es bueno porque significa que la gente ha disfrutado contigo. Al tiempo que me piden un año más saben que la decisión de dejarlo ahora, en un gran momento, es acertada.
¿Cómo llevas la gira de despedida por los medios de comunicación que arrancó a los pocos días de acabarla?
Bien. Están siendo unos meses superintensos. Supongo que ocurrirá en esta primera etapa y luego se relajará un poco. Es verdad que estoy bastante ocupado, incluso más que cuando montaba en bici.
¿Qué recuerdo te queda de La Vuelta a un mes vista?
¡Bah, es un sueño! La Vuelta ha sido un homenaje, un disfrute constante. Es un recuerdo que me quedará siempre, el último es el que perdura. Fue inmejorable. Intenté atender a todos en las salidas y llegadas de la mejor manera posible porque me sentía en deuda con la afición.
De no haber perdido tiempo en Andorra, ¿cuántos de tus once ataques se hubieran quedado en el tintero?
Alguno se habría quedado. En puertos como el Angliru o Los Machucos seguro que habría atacado. Sabía que con el equipo que llevaba mi oportunidad pasaba por coger el líder la última
semana. No teníamos potencial suficiente para controlar. Habría atacado menos veces, pero tampoco soy capaz de mantenerme quieto cuando surge la ocasión de intentar algo. Bernard, mi compañero de habitación en La Vuelta, me enseñó un tuit superchulo después de mi primera ofensiva que ponía: ª Etapas propicias para Contador, pum, attack; pum, attackº. Y así casi todas.
La táctica del día del Angliru, ¿la diseñaste así buscando el podio y la victoria parcial o improvisaste?
Improvisé. Pensaba empezar el Angliru de tú a tú porque me estaba encontrando muy bien físicamente, en especial en puertos con gran pendiente, y tenía confianza. A posteriori me vino bien comenzar con un poquito de diferencia, aunque había que mantenerla y hacía un viento inusual (lo recalca) en el Angliru. No era normal, se cayeron hasta las carpas de la organización. Incluso con la gente en la Cueña les Cabres pegaba un viento de cara impresionante. Al estar mojado patinaba un montón la bicicleta. En seco me hubiera resultado más sencillo ganar la etapa y conseguir mayor ventaja.
¿Pediste colaboración a los ciclistas con los que compartiste aquella fuga?
Con el único que hablé algo fue con Enric -Mas-, a quien pedí que me ayudara. Él estaba dispuesto a pesar de que en el equipo le decían que no. Enric me echó una mano muy buena; Soler, que estaba interesado en la etapa, también; y Simon Yates tuvo un gesto muy bonito tirando unos 500 metros. Sin pedirle nada, que un corredor se ponga a mi disposición de esa manera es un gesto que emociona. Terminé contento porque Pantano, exhausto, se paró después del trabajo que hizo. Sólo hace falta ver sus declaraciones tras la etapa, llorando de alegría por la victoria.
¿Llegaste a enterarte de que Froome y Poels se acercaban?
Sí (rotundo). Sabía que por detrás debían ir de uno en uno y prácticamente así era. Me dijeron que habían apretado y en la última parte del Angliru puedes verlo. Pese a que la ventaja bajó a 35 segundos, quería disfrutar ese instante. Tenía una multitud alrededor y sabía que era la última vez que viviría eso en primera persona. En una curva miré atrás y vi que venían los dos solos, pero lo tenía bien para ganar y eso que creía que faltaba más de lo que en realidad quedaba; ya casi estaba en el falso llano.
¿Qué pensaste al entrar solo en la Castellana con toda la gente gritando tu nombre?
En lo afortunado que me sentía de vivir ese momento. A mí me cuesta emocionarme, pero me emocionó muchísimo. Terminar con el respeto del pelotón por las calles de Madrid, por las que tantas veces paso con el coche abarrotadas de tráfico, tenerlas para
mí solo fue una situación mágica que guardaré siempre en mi recuerdo.
¿Ver que la audiencia en la etapa del Angliru ha sido la más alta desde 2002 es un motivo de orgullo?
Estoy contento de que se manejen unas cifras tan altas en La Vuelta, superiores incluso al Tour. Fue un día muy especial para mí y me llegó bastante la repercusión.
¿Te imaginabas ser tan querido por la afición hasta esta Vuelta?
La afición me tiene muy malacostumbrado en todos los sitios, en especial aquí. Eso pesó a la hora de tomar la decisión de despedirme en La Vuelta, pero ha superado mis mejores expectativas. Todos los días fueron un disfrute. A ver, estaba cansado, pero saboreé cada día. Llegar cada mañana al autobús y que no pudiéramos ni salir de tanta gente que había. En las metas, igual; cosas poco habituales en el ciclismo. Ha sido superbonito.
¿Te daba tiempo a leer las pancartas?
Algunas sí. Intentaba leerlas, aunque en los momentos críticos no podía. Hace poco estuve en el Angliru, vi las dos pistolas pintadas en una curva y aproveché para hacerme una foto. Las que más me llegaban eran las de `Gracias Alberto'. Sinceramente, es algo recíproco: estoy muy agradecido a toda la afición.
LA ETAPA NUEVE ¿Recuerdas el momento exacto en que decidiste que te retirabas?
Sí, el día de descanso después de la etapa nueve del Tour de Francia. Lo había preparado a conciencia y tenía muy buenos números. Hice unos entrenamientos previos en la sierra de Madrid y volaba. Aunque el día que ganó Aru me costó un poquito porque era muy explosivo, sabía que estaba bien. Pero en un descenso de la novena etapa, Majka se cayó delante de mí, fue imposible evitarlo y sufrí una fuerte caída. Conseguí entrar en el grupo pese a que Ag2r iba a tope. Luego Nairo se debió enganchar con alguien, rebotó contra mí y me tiró. Pese a la baja velocidad fue un golpe seco. Con el calentón de las dos caídas llevaba muchísimo gas, como decimos nosotros, pero a las dos horas esa adrenalina me pasó factura en forma de una especie de pájara y eso que había comido de sobra.
¿Lo consultaste o tomaste la decisión en solitario?
Consulté con gente de mi confianza, pero tenía las ideas muy claras. Nada más decidirlo me reuní con Luca -Guercilena, mánager del Trek- porque estaba pendiente de mi renovación y se lo dije cuanto antes para que dispusiera de carta libre para negociar con otros corredores.
¿Por qué esperas hasta agosto para anunciar tu retirada?
Era una decisión muy importante y estaba seguro de ella, pero por otro lado tenía cierta duda. Lo aconsejable era esperar porque nunca sabes cómo va a responder tu cabeza. Igual termina el Tour y cambio de idea. Además aunque tenía ganas de disputar La Vuelta, faltaba comprobar si mi estado físico era el idóneo.
¿Macarena, tu esposa, está contenta de que lo hayas dejado?
Sí, sí. Mucho. Ella y mi familia, especialmente mis padres, en los últimos años prácticamente no veían carreras en directo. La posibilidad de tener una caída o de que las cosas no fueran bien estaba ahí y sufrían con ello. Mi padre llevaba igual cuatro o cinco años sin ver una; mi madre las ponía a cachos. Hace unos días hablaba ella y me contaba: ª Tu padre está ahora todo el día con el internet viendo vídeos tuyos de YouTubeº (risas). Las caídas forman parte de la bicicleta y si ves a la gente que quieres tener percances la preocupación es natural. No lo voy a comparar con el toreo, que son palabras mayores, pero los riesgos están ahí.
¿Qué es lo que más echarás de menos una vez comenzada la temporada y lo que más te alegras de perder de vista?
Echaré de menos la competición en ciertos momentos porque siempre he sido muy competitivo. También algo que a otros compañeros se les hace muy cuesta arriba y sin embargo a mí me permitía sentirme un privilegiado: las concentraciones, por ejemplo en el Teide. Allí tenías una tranquilidad absoluta y te dedicabas exclusivamente a montar en bicicleta. No extrañaré los días de lluvia fuerte en los que te juegas el pellejo claramente. Tampoco la enorme tensión que se vive en la primera semana del Tour de Francia por el tema de que no te piquen tiempo en los sprints.
¿Te veremos comentando las carreras en televisión?
Posiblemente sí (sonríe). También daré charlas de motivación; con todas las experiencias que he acumulado en mi carrera deportiva se puede hacer algo bonito. Las situaciones que he vivido son aplicables para trabajo en equipo, liderazgo, capacidad de superación, crecerte ante los obstáculos, etc.
¿Cambiarías algo de tu carrera deportiva y de qué te sientes especialmente orgulloso?
No cambiaría nada. Siempre he hecho todo de la manera más profesional, de una manera honesta. Estoy satisfecho de mi forma de correr, impulsiva y no demasiado calculadora. Si bien algunas veces me ha privado de victorias, he disfrutado con ella.
¿Cómo recuerdas al Contador de 2003?
Un Contador con las ideas muy claras. No tenía otra cosa en la cabeza que correr el Tour y ganarlo. Seguro que había otros muchos de mi edad que también lo pensaban. Desde el primer año ya me dieron grandes posibilidades en la ONCE-Eroski, un equipazo. Ejercí de líder o de colíder en bastantes carreras no del máximo, pero sí de un nivel interesante. Recuerdo mi primera victoria profesional en el Tour de Polonia. Era la contrarreloj de un doble sector, yo había perdido tiempo y fui a Santi García, mi director, y le dije: ª Oye, no sé si puede ser que no dispute por la mañana para guardarme para la crono de la tarde; creo que puedo ganarlaº. Me miró sorprendido y contestó: ª Es el Tour de Polonia y tampoco tenemos nada que perder, así que si lo crees, adelanteº. Para mí fue un triunfo importante que en el equipo supieron valorar. ¿Qué carrera no se te debió escapar?
Ninguna. Varias París-Niza y otras pruebas en los últimos años, que el ciclismo está tan ajustado, se inclinaron hacia mis rivales por pocos segundos o el Dauphiné 2014 en el que no conté con un equipo muy potente, pero no ha habido ninguna carrera que haya dicho: ª Jo, se me ha escapado el triunfoº.
ª PUEDO GANAR EL TOURº (2006) Y aquella que ganaste sin esperarlo...
El Giro de 2008, más incluso que el Tour 2007. Durante una reunión con un mánager en 2006 le comenté que ª vosotros disponéis de un líder y, aunque te parecerá que tengo pájaros en la cabeza, creo que el año que viene puedo ganar el Tourº. Él se extrañó y contestó: ª Me sorprende lo claro que lo tienes, pero por otro lado me gusta y me impresiona. Mucha suerteº. Al Tour de 2007 acudimos con el objetivo claro del maillot blanco, aunque sin descartar nada.
¿Se puede saber el nombre de aquel mánager?
Bueno... Nunca lo había comentado, pero fue Echavarri.
¿Qué sitio te reservará la historia del ciclismo español? ¿A la altura de Miguel Indurain?
Puff... Eso depende de los aficionados, pero Indurain ha dejado una huella imborrable. Miguel ha sido un icono del deporte nacional, no sólo del ciclismo. Quizá no había tanta competencia como ahora que tenemos al mejor tenista, a un doble campeón mundial de F1, a los mejores en motos, el baloncesto siempre en las finales... Entonces había menos canales de televisión y la sociedad estaba más metida en el ciclismo. Hoy para seguirlo bien debes recurrir a canales de pago o a internet. Miguel Indurain ganó cinco Tours y eso marca mucho.
¿Cuánto hubieras ganado con un bloque como el del Sky a tu lado?
Eso es hablar por hablar y nunca lo sabremos. Es verdad que estos últimos años no he dispuesto de un bloque tan potente como algunos rivales, en especial el Team Sky, y no porque lo haya elegido yo porque siempre prioricé el aspecto deportivo a la hora de escoger mis equipos. En ocasiones he intentado cosas diferentes para optar a la victoria y eso me dejó fuera del podio en grandes vueltas. Prefería jugármela, aunque sólo tuviera un 10 o un 20% de posibilidades de éxito, que asegurar un segundo o un tercer puesto.
Las adversidades son una constante en tu trayectoria: el cavernoma, el positivo, cruzarte con un personaje como Tinkoff... ¿Cuál fue más difícil de superar?
Bah, sin duda el cavernoma que sufrí. Eso cambia tu visión de la vida. Todos estos años la mía ha girado alrededor del ciclismo, pero siempre sabiendo que vida tenemos una y hay que disfrutarla. El derrame cerebral me ha marcado muy por encima de cualquier aspecto deportivo.
¿Habrá otra generación en España como la que has integrado con Valverde, Sastre, Óscar Freire, Joaquim Rodríguez...?
Soy una persona optimista y en esto también. A corto plazo será complicado, pero si las cosas se hacen bien dan resultado. El más claro ejemplo es
Colombia. Hace cuatro o cinco años puso unas buenas bases y mira la cantidad de corredores del máximo nivel que están saliendo.
Si comparas el ciclismo que conociste en 2003 con el que dejas en 2017, ¿cuál prefieres?
El de 2003 estaba más cercano a la esencia. Se parecía al ciclismo que había visto, como más épico y con más batallas de tú a tú. Antes luchabas con los rivales cuando llegaba el momento y te dabas estopa al máximo, pero había ratos de muy, muy buen rollo.
No veías tensión desde el kilómetro 1 de carrera como ahora. Los patrocinadores eran empresas a cuyos dueños les encantaba el ciclismo y ponían el dinero. Hoy se busca rentabilizar cada euro invertido. Eso hace que se aprieten las tuercas a los directores y, como consecuencia, también a los corredores. Es muy positivo que sea un deporte tan global, pero si hablamos de encanto el del pasado era más bonito.
¿Contigo se va el último de una estirpe?
No (tajante). Hay mil corredores superambiciosos y competitivos.