Energía y comentarios
Cara a cara, Julian Alaphilippe hace gala de un talante risueño y pagado de sí mismo. El punto "capullo" que decía Cavendish se compensa bien con una naturaleza "educada y respetuosa", en palabras de un antiguo director. Él se describe a sí mismo como una persona "familiar": por eso ignora los cantos de sirena de Mónaco o Niza y sigue, como su paisano Romain Bardet, residiendo en su Auvergne natal, más concretamente en la localidad de Montluçon. Pero, por encima de todo, Alaphilippe irradia energía. Dice gastar la que le sobra de la bicicleta tocando la batería, afición musical heredada de su padre, antiguo director de orquesta. Durante el pasado Tour, el exciclista Jérôme Pineau dijo en la televisión francesa que también despilfarraba esa energía en juergas, como si salir de fiesta con 25 años fuera un pecado. Nuestro protagonista respondió en Eurosport: "Yo cumplo con mi oficio. Si no lo hiciera, no tendría estos resultados. Porque sí, me gusta la vida, pero sé que este trabajo requiere muchos sacrificios y los hago".