De familia ciclista
Lo extraño hubiera sido que Fernando no hubiese salido ciclista. "Mi padre corrió hasta amateur y ahí me vino el amor por este deporte. Siempre quise ser ciclista, pero era como un sueño que uno cree que nunca se cumplirá", explica Fernando. En pocos años, su vida ha cambiado completamente. "Un día estás en tu pueblo, entrenando tranquilo con un grupo de amigos, y casi sin darte cuenta te ves en uno de los mejores equipos del mundo con ciclistas que salen siete horas a rodar. Cuando salía en Colombia no hacía más de tres. Fue un cambio drástico". De pequeño hacía patinaje, pero su hermana Juliana lo convenció para que probase con el ciclismo en pista, como ella, que logró ser campeona del mundo en la modalidad de keirin, además de innumerables medallas en los Juegos Panamericanos. "Siempre hemos estado muy unidos -confiesa él-. Ir a las carreras junto a ella era como tener una parte de casa siempre con uno, un apoyo constante". Gaviria es, ante todo, un hombre de familia. "Los directores, cuando las cosas no van bien, quizá pueden dar la espalda a los corredores, pero la familia siempre estará ahí". A ellos vuelve siempre, a La Ceja, en los periodos sin competición. "Soy una persona extrovertida y demasiado relajada", se define. Su gran pasión son los caballos. "Tengo cuatro, uno de ellos es una yegua española, de Jerez". Sabe escoger bien. También le gustan "la Fórmula 1 y el Mundial de Moto GP. Ahora para ver y cuando me retire, para correr".