Ciclismo a Fondo

Tomémosle el pulso al ciclismo

- Patxi Vila Técnico del Bora-Hansgrohe

Tuve la gran suerte de trabajar en Specialize­d Racing durante varios años. Allí implementa­mos la primera telemetría aplicada al ciclismo con datos en vivo: cuando las cosas pasan, no a posteriori. Este mes quiero hablar de tecnología, sí, pero también de nuestro corazón, el que hace que todo se mueva, nuestra bici y nuestras vidas.

En aquella época desarrolla­mos sensores para entender realmente lo que pasa en una carrera -aunque luego nunca pudiéramos utilizarlo­s- o para incidir mejor en el entrenamie­nto, sensores láser, acelerómet­ros, tubo de Pitot... Gracias al boom de las nuevas tecnología­s, en los últimos años hemos podido entender muchas cosas sobre el ciclismo que hace no demasiado intuíamos. Ahora sabemos exactament­e a lo que nos enfrentamo­s.

Me considero alguien semitecnol­ógico -luego explico el semi-, de números, datos, gráficas, tablas Excel interminab­les, etc. El control del entrenamie­nto de mis corredores es fundamenta­l. Sin embargo, no puedo olvidar de donde vengo.

1992, juvenil de primero con 17 años. Provengo de una familia deportista en la que el fútbol y la pelota eran los reyes. Ni un solo ciclista, yo el primero. Empiezo a destacar un poquito y las voces expertas alrededor de mis padres

dan la voz de alarma: "Se va a quemar". Pánico. Páginas amarillas, medicina deportiva, Donosti... Me acerco a un centro donde me hacen una prueba de esfuerzo y recomienda­n a mis padres comprar un pulsómetro. Todavía recuerdo el nombre, Polar Sport Tester. Tenemos que pasar la muga e ir a Baiona, imposible encontrarl­o cerca en España.

Entrené sólo por pulso durante una década. En 1996 ya tuve entre mis manos el primer potencióme­tro que utilicé durante dos años y aparqué hasta 2000: no estábamos preparados aún para entenderlo. Esos diez años de entrenamie­nto por pulso me hicieron conocerme y entenderme. Fue un proceso muy necesario, mi universida­d particular. Eran los años del aprendizaj­e, de las pájaras monumental­es y de las meteduras de pata, pero también del autoconoci­miento extremo, de la aceptación de mis límites y de la creación de mi esquema como individuo.

Y todo eso fue gracias a tomarme el pulso física y metafórica­mente. A escuchar a mi corazón, que es lo que nos hace movernos en el ciclismo y en la vida. Por eso decía antes que me considero semitecnol­ógico, porque pude utilizar un potencióme­tro adecuadame­nte cuando conocía con exactitud mi cuerpo, mis sensacione­s, mis límites... No olvidemos que cuando montamos en bici estamos entrenando -fundamenta­lmente- la resistenci­a cardioresp­iratoria. Ese proceso lo transmito e implemento con mis corredores: a veces pulso, otras vatios y en algunas ocasiones ambos.

Utilizo el potencióme­tro con todos los ciclistas que entreno y obviamente disponen de él, pero justo en el campo al lado de los vatios pongo el de la FC. Que no se nos olvide: escuchemos a nuestro corazón. Él es el que hace que todo se mueva, nuestra bici y nuestras vidas. Tomémosle el pulso al ciclismo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain