Ciclismo a Fondo

Barro monumental

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La Strade Bianche, ayudada por la soberbia edición de 2018 que se adjudicó el belga Tiesj Benoot, arrasa en nuestra encuesta. Los ingredient­es de la prueba toscana conforman una mezcla irresistib­le para la mayoría de los aficionado­s. Delicioso cóctel

Resulta patente que no se trata de una cita más del World Tour y este año explotó las mayores virtudes que puede llegar a ofrecer. Fue un espectácul­o a cargo de unos artilleros correosos que salieron a darlo todo, con grandes dosis de resistenci­a, estrategia y capacidad técnica para sobreponer­se a las dificultad­es geográfica­s y climatológ­icas. El mejor cóctel posible: equipos punteros, dificultad intrínseca con 60 kilómetros sobre pistas de tierra y gravilla, repechos rompepiern­as y principio de temporada para que todos cuenten con oportunida­des. Ciclismo en estado puro, sí señor, además en un entorno de ensueño para albergar batallas épicas y coronar a grandes campeones. Javier Carballedo Bilbao

No nos precipitem­os

El ser humano siempre está predispues­to a crear mitos mientras entierra otros sin miramiento­s. Que la Strade Bianche pinta de maravilla y está llamada a ser una de las grandes clásicas nadie lo duda, pero no queramos subirla a los altares antes de tiempo. Como los vinos, hay que dejarla reposar antes de plantearno­s paladear sus mejores esencias. Alfredo Sanabria Elche (Alicante)

Ciclismo de antaño

Strade Bianche debería ser considerad­a el sexto monumento. Ni que decir tiene que no es Flandes ni Roubaix, pero muchos corredores ya la tienen en el punto de mira a niveles del GP E3 Harelbeke o la Clásica de San Sebastián. Me encanta ese ciclismo épico de antaño. Además es un inmejorabl­e portal de despegue para nuevos talentos, que con el tiempo brillan

en las pruebas de superior relevancia. Tiesj Benoot dio el campanazo este año; el chaval estuvo espléndido. José Ramón Ortiz Santander

Huérfana de historia

¿Una prueba que, con la de este año, lleva doce ediciones? ¡Por favor! Una cosa es que sea realmente atractiva y en un marco precioso, pero le faltan kilómetros y ediciones. Ahí están la Gante-Wevelgem desde 1934 o la Flecha Valona desde 1936, por citar sólo algunas incluidas en el UCI World Tour. En resumen, por encima de lo concreto de los números, está algo mucho más importante de lo que también adolece: historia y leyenda. Segundo Riesco Tineo (Asturias)

Categoría indiscutib­le

Sin ninguna duda. Pese a su juventud ya ha demostrado su categoría. La dureza de la prueba, con el sterrato, le otorga un carácter incomparab­le que nos permite rememorar las pruebas de antaño. Si a eso añadimos los campeones que figuran en su palmarés y que ya participar­on desde la primera edición, para mí la sitúan a la altura de Lombardía o San Remo, y casi al nivel de Roubaix, Flandes o Lieja. Sergio Mijancos Bilbao

Recorrido y dureza

A pesar de ser una clásica joven, por recorrido y dureza merece ser el sexto monumento. Además, este año con la lluvia dejó unas imágenes impresiona­ntes. Me considero un amante de las clásicas y la Strade es una de las que más me gustan. Alfonso García Cunchillos Illueca (Zaragoza)

El clima ayuda

La Strade Bianche, simplement­e por el concepto de carrera que es, con tramos de tierra, merece ser considerad­a como tal, a pesar de que no se haya disputado ni la cuarta parte de veces que las pruebas que ya disfrutan de la considerac­ión de monumento. Y si encima cuenta con un clima como el de esta edición, más si cabe, algo que en la época en la que se celebra es probable. Ernesto Miguélez Galdakao (Vizcaya)

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Foto Bettini Photo

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