¿Qué pasó con...?
Sergi Escobar
"Gracias al ciclismo tengo montones de amigos y he conocido mundo y otras muchas culturas; para mí eso es impagable". Palabras de todo un campeón del mundo, Sergi Escobar, quien en el anillo de Melbourne logró en 2004 un histórico oro en persecución individual. En carretera fue profesional durante cuatro temporadas: 2005 con Illes Balears; 2006 y 2007 con Nicolás Mateos; y 2009 con Andorra-Grandvalira. "Empecé muy tarde, ya con 21 años. Hacía BTT y llegué a la pista por casualidad. Como desde el primer momento vi que se me daba bien, decidí apostar y darme un tiempo. Me puse como objetivo llegar a la selección o dejarlo". Lo consiguió en 2000, cuando pasó a convertirse en uno de los fijos. En carretera también saboreó las mieles del triunfo y ganó la Vuelta a la Comunidad de Madrid. "Era un luchador inconformista, no podía estar quieto, siempre tratando de ser protagonista metiéndome en escapadas. Me hubiera gustado vencer a lo grande alguna carrera, era mi manera de correr y lo disfrutaba así". En su opinión, la pista es mucho más difícil que la ruta. "En carretera te puedes encontrar mal y luego te recuperas; en la pista no, son apenas cuatro minutos. Eres tú solo contra un cronómetro y tienes que ser perfecto, no te puedes permitir fallar en nada. Hay que ser muy meticuloso". Sus mejores recuerdos son del "día que gané el Mundial, por supuesto, pero sobre todo era muy emotivo cuando lográbamos cosas con la cuarteta. Se disfruta más cuando lo celebras con tres compañeros. El podio olímpico de Atenas -bronce tanto en persecución individual como por equipos- fue realmente especial". El ilerdense afirma que le costó dejarlo. "Hubiera seguido tres o cuatro años más, pero no se puede vivir del aire y al final te toca buscar otra salida. Eso sí, he seguido entrenando y, aparte de mi vida laboral, empecé a hacer triatlones de larga distancia". Sin duda es culo de mal asiento. "Mi objetivo es simplificar mi vida, pero me resulta imposible". Tiene una tienda de deportes, se sacó el título y ejerce como entrenador personal, organiza la Volta a Lleida, estuvo tres años como técnico de la selección de pista, en 2017 fue director del Sapura continental y ahora se acaba de comprometer con un equipo profesional extranjero de féminas. Y la lista de actividades no termina ahí. "Me gusta viajar, la comida, practicar deporte y estar en forma. Mis hijos también compiten, por lo que hace dos años me animé a crear una escuela infantil de triatlón". En cuanto al ciclismo actual asegura que "ha cambiado, pero no tanto como parece porque al final la cosa se resume en entrenar y cuidarse. Ahora se miman mucho más los detalles: el material, la comida, la recuperación... todo suma.
Marginal gains", apostilla con humor.