Action Man
En el pasado Tour de Guangxi, última carrera del UCI World Tour, un epílogo al cual muchos ciclistas acuden con más resignación que ganas, Silvan Dillier (1990, Baden) cazó una fuga tras otra. "Es que me gusta estar en la acción. Soy un Action Man", explicaba entre risas. Era la última carrera del suizo con BMC, el equipo con el cual había conocido la élite del ciclismo en ruta después de revelar su potencial en la pista. En él estaba encasillado como gregario para los Porte y Van Avermaet. Fichaba por Ag2r La Mondiale, que ya le tuvo en su equipo sub23 y le ofreció la posibilidad de ser el ciclista que desea ser: clasicómano de pavés, apoyo y cazador de etapas en grandes vueltas, ocasional líder en rondas pequeñas como la Route du Sud que se apuntó la pasada temporada en una inusual exhibición de potencia escaladora. Y sin embargo, Dillier no iba a correr esta ParísRoubaix. Apenas un mes antes, en la Strade Bianche, se rompió un dedo que le dejó en el dique seco. Sin embargo, en su retorno a la actividad en el penúltimo día de marzo apuntó una espectacular victoria en la Route Adélie que le valió para ocupar la plaza del lesionado Rudy Barbier. "Pensaba hacer lo mismo que Mathew Hayman", bromeaba refiriendo al aussie que campeonó en 2016 en el velódromo un mes después de fracturarse el radio. El conjunto francés contaba con un líder claro para enfrentarse a los grandes, Oliver Naesen, así que utilizó a Dillier para filtrarse en la escapada, siempre tan agradecida en Roubaix. El suizo fue el más fuerte durante toda la carrera, "en las fugas me convierto en un auténtico animal". Cuando Sagan le cazó desde atrás y claudicó el tercero en discordia, Jelle Wallays, alcanzaron rápido una entente: uno tiraría en los tramos de pavés y el otro le daría un respiro en el asfalto. Los chepazos del campeón suizo cuando el eslovaco apretaba, la bici resbalando sobre los adoquines, tenían un punto heroico. "Peter ha sido un ángel y un demonio al mismo tiempo", contó después. "Un ángel porque sin él no hubiera llegado escapado a meta; y un demonio porque era imbatible en el sprint". Aunque la derrota siempre fastidia, Silvan Dillier se dijo "muy feliz" con el trofeo de segundo clasificado.