M. C. PEDRO DELGADO
No nos quisimos perder una edición muy especial que homenajeó al equipo Reynolds de 1988.
Treinta años después del Tour de Francia de 1988, una carrera que no sólo catapultó la carrera de Pedro Delgado sino que revitalizó el ciclismo español, siete compañeros que respaldaron al segoviano para conseguir la victoria se reunieron en su marcha para recordarlo.
Es un tópico, pero no por repetirlo deja de ser cierto. El ciclismo es uno de los pocos deportes, por no decir el único, donde el aficionado puede aspirar a practicarlo con sus ídolos gracias a las marchas cicloturistas. Y parece que lo hemos normalizado y ya no lo valoramos como deberíamos, porque ¿qué aficionado no consideraría un privilegio echar unas canastas con la generación de oro del baloncesto español, pelotear con Rafa Nadal o un partidillo con la selección española de futbol? La Perico se caracteriza por que cada año se homenajea en ella a un exprofesional o a un personaje destacado del ciclismo, pero este año, en el trigésimo aniversario de su victoria en el Tour de Francia, Pedro se propuso hacer algo diferente. Y vaya si lo consiguió, reclutando a todos sus compañeros en aquel Tour, excepto a Dominique Arnaud, fallecido en julio de 2016, para conmemorar una fecha que rompió una sequía de victorias de quince años, desde el triunfo de Ocaña en 1973, y que supuso el preludio del reinado de Miguel Indurain en el primer lustro de la década de los noventa. Además de los integrantes del Reynolds de 1988, no quisieron perderse la celebración del treinta aniversario de la victoria del segoviano casi 2.400 cicloturistas -83 mujeres en total- que disfrutaron de una importante novedad en cuanto a seguridad, ya que al habitual cierre de tráfico hasta la cima de Navacerrada se unió la `cápsula de seguridad' recogida en el reglamento de marchas, que establece que la carretera permanece cortada durante treinta minutos tras el paso de los vehículos que encabezan el primer grupo. No fue la única novedad de la marcha, que estrenó una aplicación para conocer en tiempo real la posición de cada participante. Como es norma, las primeras rampas de Navacerrada tras pasar el puente del río Eresma pusieron a cada uno en su lugar en una edición en la que el
comentario general fue que los grupos cabeceros habían rodado más rápido que en ocasiones anteriores. En los pelotones de cicloturistas de verdad, aquellos que disfrutan de los paisajes y paran en los avituallamientos, los larguísimos Morcuera y Navafría, con el paso entre ellos del corto, pero duro, Canencia, sumaron desnivel en una marcha en la que prácticamente todos coinciden en señalar que lo peor está al final, en los últimos 40 km quebrados hasta alcanzar la meta de Segovia. Permitidnos un consejo: el cochinillo es una delicia, pero dejarlo para celebrar que habéis concluido la prueba o, si lo tomáis el día antes, procurad hacerlo con moderación. De lo contrario, os arriesgáis a una digestión pesada que, como nos ocurrió, nos dejó sin fuerzas después de casi una decena de ediciones completadas. Eso sí, gracias Perico por la magnífica fideuá -y los bocatas, helados, etc.- y a los fisioterapeutas porque, una vez más, son el mejor obsequio de la marcha.