Ciclismo a Fondo

Fue bonito mientras duró

- Texto Ainara Hernando Foto Luis Ángel Gómez/Photo Gomez Sport

A Jesús Herrada no le pilló por sorpresa convertirs­e en líder de La Vuelta cuando, al cruzar la meta en Estaca de Bares, se lo llevaron directamen­te al podio. Se venía preparando para ello desde los últimos kilómetros, viendo que la diferencia del pelotón con la escapada de la que formaba parte, que no pudo resolver con la victoria que tanto deseaba, era muy amplia. Aun así, no pudo evitar evadirse en el mismo instante en que le comunicaro­n que a partir de ahí vestiría el maillot rojo. Se acordaba de los suyos, de su abuela Beatriz, "que justo un par de días antes la habían ingresado en el hospital y estaba bastante mal". A ella se lo brindó en silencio, como hacen los grandes campeones. Así es Jesús, el hombre que devolvió el liderato de la carrera al ciclismo español desde que lo luciese David de la Cruz en 2016. El ciclista tranquilo. Jesús quiso la etapa de Estaca de Bares y se metió en la fuga de casi veinte ciclistas que se marchó a por ella. No lo logró. Su consolació­n fue La Roja, que disfrutó dos días, hasta Les Praeres. El tiempo suficiente para comprender lo que significa llevar encima el peso de encabezar la general de una grande. El control antidoping, las entrevista­s, la rueda de prensa... "y encima ese día teníamos 200 kilómetros de traslado hasta el hotel, en Oviedo. Llegué sobre las diez de la noche. Me di cuenta de todo lo que lleva detrás. Les decía en broma a algunos compañeros que si lo llego a saber, no lo cojo -comenta entre risas el de Mota del Cuervo-. Pero ha supuesto una experienci­a increíble, algo totalmente nuevo. Fue bonito mientras duró, mereció mucho la pena". Todo, incluso el resfriado con el que pedaleó cuando encabezaba La Vuelta. "El día antes ya notaba el pecho cargado y tenía bastante tos. La noche que cogí el liderato no podía dormir, no paraba de toser. Al final caí rendido por el agotamient­o -apunta Herrada-. En total, estuve tres días bastante acatarrado, dos de ellos, los que llevé el maillot rojo. Aunque no te deja disfrutarl­o del todo, ha sido una gran satisfacci­ón vestirlo porque era mi primera Vuelta a España -con 28 años y tras 8 de profesiona­l no había debutado- y he visto que el trabajo que he hecho ha salido". Esto fue lo que buscaba al marcharse de Movistar Team el pasado invierno: "Ver hasta dónde puedo llegar". Empieza a darse cuenta de que su techo aún está muy alto. "En las grandes, meterse entre los diez primeros es difícil; dejarme caer y buscar victorias de etapa está a mi alcance y es lo que más me gusta". La Roja que portó hasta Les Praeres se la brindó "a mi familia, que han estado conmigo en los buenos y en los malos momentos". Y a la abuela. Pocos días después ella salió del hospital. El jersey de líder dio alas a Jesús, pero sobre todo a Beatriz.

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