Crecer con orden
Dando contenido y forma, posiblemente la de arriba sea una de las definiciones más acertadas en cuanto a lo que acontece en el panorama ciclista femenino. Hace ya unos años, si no me confundo allá por 2011, compartí con vosotr@s algunas líneas en las que
Por aquel entonces ya era palpable el crecimiento de los grandes equipos. La franja entre los ricos y los menos ricos se iba ampliando, dejando en un limbo a aquellos que estaban en un punto intermedio, que no sabían si jugarse el todo por el todo para entrar en el selecto grupo del control o quizá esperar a la WC -invitación-. ¿Equipos de formación?, ¿filiales? No era ninguna tontería. Yo lo tenía claro, intentar capitalizar lo máximo en programas de base que en un futuro pudiesen nutrir de corredores. No de manera obligatoria en sub23, hablamos que perfectamente se podría contar con un filial en la categoría Conti Pro. Ahora, pasados unos años, eso es prácticamente una realidad y la gran mayoría de las escuadras potentes del calendario World Tour disponen de su equipo referente de formación. ¿Y recordáis lo que comenté de la sección femenina? Idem de idem. Las chicas necesitaban el apoyo directo de un conjunto profesional masculino y que las organizaciones se sumasen al carro. No han pasado tantos años y ya hemos llegado a ese punto. Rabobank, Sunweb, Orica, Lotto... y desde esta temporada, Movistar Team. Genial, maravilloso, espectacular, pero cuidado.
ELLAS TOMAN LA PALABRA
Hace unos días tuve la oportunidad de pasar un fin de semana con parte de las integrantes del Movistar Team. Su director, Jorge Sanz, también estaba, dentro del programa de Ciclismo es Vida que se celebra en Ejea de los Caballeros. De viernes a domingo, en Ejea sólo se respiraba ciclismo. Esta cuarta edición tuvo como gran protagonista al ciclismo femenino. Eider Merino, Lourdes Oyarbide, Sheyla Gutiérrez y Mavi García en representación del pelotón, Jorge como responsable del equipo y Ainara Hernando como periodista formaron una mesa redonda más que interesante. Un auditorio repleto hasta la bandera escuchaba atentamente cada una de las impresiones que ellas nos trasladaban de modo sincero y ameno. Jorge realizaba un balance positivo de lo acontecido. Un primer año muy bueno y
mucho futuro por delante. Las carreras van cogiendo protagonismo, cuentan con mayor repercusión y comercialmente resulta mucho más vendible. Las sufridoras hablaban cada una de sus propias experiencias, en las que la ilusión y la sonrisa eran el denominador común de la charla. Logros, caídas, sustos, satisfacciones, espíritu de equipo... un popurrí de sentimientos dejados al aire y que tan gustosamente recogimos los allí presentes. Se pretende un ciclismo femenino profesional, estructurado. Según Jorge Sanz, de cara al año próximo Movistar Women©s Team está valorando hacer un 30% más de calendario. Un verdadero reto, que por una parte confirma el crecimiento global y por otra supone una evidente oportunidad que se abre para las más jóvenes. Profesionales, competiciones, repercusión... ¿y la fase intermedia? Esta es la parte que centra mis preocupaciones. Como es normal, buscamos una profesionalización del sector femenino. Mayor visibilidad, más publicidad y, si es factible, incrementar el atractivo del producto. Sin money no hay producto y quien no lo vea así no entiende cómo va nuestro deporte.
Significativas las declaraciones de la UCI, donde ya se anima a hablar de, incluso, un Tour paralelo al masculino que se celebraría en 2020 durante las diez últimas etapas. Todo parece mucho más bonito que hace unos años. Pero no nos olvidemos de la parte intermedia. Me refiero a todos esos equipos que luchan y luchan en las diferentes categorías por poner en marcha su proyecto año tras año. Nuestras niñas necesitan un camino llano y sin piedras, creciente y desarrollado en función de las necesidades. Mi opinión es que quizás estamos corriendo demasiado. De tener más bien poco a disponer de mucho en un corto espacio de tiempo, algo que puede causar el caos. Hablamos de Tour, de Giro, de Donosti, La Vuelta... Sí, era algo que todos soñábamos, pero por favor, no nos olvidemos de las iniciativas que no se encuadran en esa primerísima liga. Nuestras niñas necesitan de carreras y proyectos. Si todo lo centramos en la cumbre de la pirámide, la parte intermedia se muere, con todo lo que eso conlleva. Crezcamos con orden y de manera lineal. No dejemos que se nos caiga el castillo, como ya ocurrió hace no tanto con la competición masculina.