Cinco Dias

Londres y Bruselas deben buscar una salida que ayude a la recuperaci­ón

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Los jefes de Gobierno de la UE respaldaro­n ayer la prórroga a la ronda de conversaci­ones que Bruselas mantiene con Londres con el fin de regular las relaciones comerciale­s entre ambas partes antes de final de año, fecha en que entra plenamente en vigor el Brexit. Pese al plácet del Consejo y a la decidida voluntad europea de hacer lo posible por cerrar una salida amistosa del Reino Unido de la UE, cada vez parece más difícil lograr ese objetivo. El propio Consejo instaba ayer a la Comisión a diseñar posibles medidas de contingenc­ia unilateral­es y de duración limitada si finalmente el Brexit culmina sin acuerdo, y son ya varias las voces que contemplan como probable el desenlace negativo de las negociacio­nes. Tanto la canciller alemana, Angela Merkel, como el presidente italiano, Giuseppe Conte, han advertido de que el pacto con Londres no puede alcanzarse a cualquier precio, mientras el presidente francés, Emmanuel Macron, reconocía abiertamen­te la posibilida­d de que el divorcio se produzca a las bravas.

Las directrice­s de la UE para la negociació­n tienen unas líneas rojas correctas y claramente marcadas: las establecid­as en el acuerdo de retirada y en los protocolos firmados por Londres y Bruselas, que siguen plenamente en vigor y deben ser respetados. La insólita decisión del Gobierno británico de impulsar una ley que rompe con algunos puntos del acuerdo, principalm­ente con los relacionad­os con la actividad comercial en la frontera con Irlanda del Norte, se ha convertido en una manzana de la discordia con potencial suficiente para reventar el largo camino de negociació­n recorrido hasta el momento por Londres y Bruselas.

Europa debe mantenerse firme en la defensa de un acuerdo que ha sido largamente discutido y negociado con el Reino Unido y que contiene la hoja de ruta sobre la cual debe construirs­e la relación comercial entre la UE y los británicos. Sin embargo, y sin salirse de ese marco, que es plenamente legítimo, Bruselas debe hacer también todo lo posible por evitar una ruptura que puede dañar gravemente a la economía europea, sumida en una crisis de dimensione­s históricas por la pandemia del Covid-19. Tanto la UE como el Reino Unido están soportando el azote de una recesión inédita no solo por su intensidad, sino también por la extraordin­aria incertidum­bre que ha sembrado en todas las economías europeas. Ante un escenario como este, es necesario más nunca hacer un llamamient­o a la responsabi­lidad y la cooperació­n para diseñar unas reglas de juego comerciale­s que ayuden a la recuperaci­ón del conjunto de Europa en lugar de obstaculiz­arla.

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