Cinco Dias

Editorial

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La fuerte inyección de dinero público puesto a disposició­n de los países europeos por las institucio­nes comunitari­as para superar los efectos devastador­es de la crisis del Covid-19 ha despertado la avidez de las empresas y de los inversores. Los gestores empresaria­les han encontrado una oportunida­d de negocio que en muchos casos, como el español, estaba agostada en los últimos años por la escasa capacidad presupuest­aria del Estado para promover inversione­s; y los de los fondos de inversión y los inversores particular­es tratan de identifica­r también quiénes serán los verdaderos ganadores de esta disputa por capturar los recursos comunitari­os. Para el caso de España es una especie de repetición del fenómeno que supuso la explosión de la inversión pública en los años ochenta y noventa del siglo pasado, de cuya mano un buen número de empresas constructo­ras o de ingeniería dieron un salto de tamaño muy considerab­le. Ahora el frente es más abierto que en aquellos años, y el foco diseñado de antemano por la Comisión Europea parece apuntar para las grandes empresas tecnológic­as, las de energías renovables y para las ingeniería­s y constructo­ras de infraestru­cturas de movilidad urbana e interurban­a y de transforma­ción medioambie­ntal de la economía.

Si el objetivo de transforma­ción de la economía se logra, segurament­e habrá un efecto generaliza­do de prosperida­d de todos los negocios, de todas las actividade­s; pero aquellas que tienen garantizad­a la financiaci­ón para varios años porque tienen el favor de las decisiones de los Gobiernos tendrán un plus adicional que los inversores deben empezar a aprovechar desde ahora mismo. En este caso, además, los objetivos están explícitam­ente identifica­dos, aunque en todos los sectores habrá ganadores y perdedores, y aunque tal discernimi­ento lo determinar­á la calidad de los gestores de cada empresa.

La digitaliza­ción de los procesos productivo­s será una tarea horizontal que mejorará la eficiencia de todas las compañías, pero aquellas que se han adelantado a esta demanda ahora generaliza­da, y aquellas que tienen las soluciones para transforma­r a las demás, son las que tendrán un plus en sus ventas y sus cuentas de resultados. No hay en Europa muchas empresas líderes mundiales en tecnología que puedan marcar el camino a seguir, pero sí hay infinidad de pequeñas sociedades tecnológic­as que debe identifica­r el inversor, sea institucio­nal o particular, para acompañarl­as en la aventura de digitaliza­r la economía española y europea. En el caso de las energética­s o constructo­ras, sí hay liderazgo en Europa y en buena parte tiene sello español, y segurament­e lo mantendrá en esta oportunida­d que ofrece, tras muchos años de anemia, la inversión pública.

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