Cinco Dias

La oportunida­d de la economía del hidrógeno

Urge que la capacidad instalada de energías renovables crezca exponencia­lmente para producir este combustibl­e

- Isabel Giménez Zuriaga Directora general de la Fundación de Estudios Bursátiles y Financiero­s

La economía del hidrógeno suele asociarse a un sector en alza que ayudará a reducir el consumo de energía y las emisiones contaminan­tes, al tiempo que impulsará el crecimient­o económico, creando nuevos puestos de trabajo. La economía del hidrógeno como energía comerciali­zable puede suponer una fracción significat­iva de la energía y servicios de cualquier país. Esta visión pasa a ser una realidad si el hidrógeno puede producirse a escala interna (como energía doméstica) y de una forma sostenible. Las tecnología­s libres de fuel pasarán a ser más significat­ivas conforme se incorporen automóvile­s libres de fuel, ganando cuota de mercado y además, pasando a competir con otras energías y medios de transporte tradiciona­les. De esta manera, todo el mundo podría beneficiar­se de una menor dependenci­a del petróleo y el carbón como principale­s fuentes de energía, reduciendo de forma simultánea las emisiones de efecto invernader­o. De cualquier modo, antes de que esta transición energética tenga lugar en la práctica deberán superarse barreras técnicas, sociales y políticas.

Conviene tener en cuenta que el hidrógeno es una energía con nivel de almacenami­ento medio, o lo que es lo mismo, es una energía puente, no una fuente primaria de energía. Tiene potencial de uso como combustibl­e en numerosas aplicacion­es, incluyendo la generación de energía o como medio de transporte. Es combustibl­e y puede ser usado en motores de combustión interna para generar energía eléctrica o mecánica. En este último caso, la eficiencia energética global en los motores de combustión interna es mayor que si operáramos con combustibl­es convencion­ales como el diésel o la gasolina. Además de ello, a diferencia de los motores de combustión interna convencion­ales, que emiten gases contaminan­tes (polución) como resultado de su combustión, los motores de combustión interna con hidrógeno, las pilas de combustibl­e y los vehículos eléctricos con hidrógeno emiten solo vapor de agua. Por todas estas razones, es realista pensar que el hidrógeno va a cobrar un mayor protagonis­mo en la parrilla energética a escala mundial en el futuro, pero la transición presenta numerosos retos que tampoco deben obviarse, incluyendo la necesidad de desarrolla­r infraestru­cturas de apoyo a gran escala similares a la gasolina o el gas natural, y el coste de la producción y almacenami­ento del hidrógeno. Estos retos se pueden superar con voluntad, presupuest­o e investigac­ión enfocada. Un buen ejemplo podría ser que a principios del siglo XX, cuando se desarrolla­ron los automóvile­s convencion­ales, no había infraestru­ctura de refinerías ni gasolinera­s y los conductore­s tenían cupos limitados de consumo de gasolina. El reciente boom del gas shale, que comenzó en 2005, hace que la economía del hidrogeno resulte mucho más promisoria.

2020 puede ser un punto de inflexión para el mercado emergente de hidrógeno bajo en carbón. Cuando se comenzaron a hacer proyeccion­es sobre escenarios de costes para el hidrógeno, la capacidad de electroliz­ación era de 3,2 GW; desde entonces se ha cuadruplic­ado hasta 15 GW.

¿Qué ha sucedido? Pues que la UE, Alemania, Holanda, Noruega, Portugal y España han redefinido sus estrategia­s de hidrógeno buscando mayor escalabili­dad a lo largo de la ultima década. Además de ello, se ha anunciado a escala internacio­nal un gran proyecto de desarrollo de hidrógeno verde de 1,3 GW por parte de BP, Shell y Repsol para lograr sus objetivos corporativ­os de emisiones cero.

De cualquier modo, los altos costes de producción del hidrógeno bajo en carbono siguen siendo la principal barrera para una adopción masiva de uso internacio­nal en el

mercado de energía global. ¿A qué velocidad se reducirán dichos costes? ¿Y qué cambios liderarán dicha reducción en costes? A la hora de analizar la posible evolución de la producción de hidrógeno verde (a partir de combustibl­es fósiles), azul (a partir de gas natural y gas combustibl­e de refinería), gris y marrón (a partir de carbón y gas natural) entre 2020 y 2040 los costes de producción son un elemento crítico. Las diferentes consultora­s especializ­adas utilizan escenarios dinámicos para asesorar sobre la competitiv­idad de la generación de energía verde a partir de combustibl­es fósiles.

Las estrategia­s gubernamen­tales desarrolla­das a escala internacio­nal hacen pensar que los costes de producción de hidrógeno en 2040 se pueden ver reducidos hasta el 64%. Además de ello, si se pusieran en marcha otras políticas adicionale­s, los costes podrían bajar incluso en mayor medida. La denominada transición energética es dinámica.

Hoy por hoy la mayoría del hidrógeno producido a escala internacio­nal (más del 90%) genera emisiones, no es verde. A modo de ejemplo, el coste actual de producción de hidrógeno en Europa es de 4,5 y 6 dólares/kg, aunque a finales de esta década sea competitiv­o con los combustibl­es fósiles, llegando a 2 dólares/kg. Es un gas que requiere soluciones técnicas importante­s y estándares de seguridad altos con respecto de su almacenami­ento y transporte, espe

cialmente si no se produce y consume en el mismo lugar.

Actualment­e se puede ver que, a nivel global, existe un fuerte impulso gubernamen­tal por electrific­ar un gran número de procesos, como por ejemplo el transporte y la calefacció­n. Y la razón es que la forma más fácil de descarboni­zar es simplement­e tener una matriz eléctrica limpia (100% renovable) y electrific­ar la mayor parte posible de la demanda energética. No obstante, hay que ser realistas y ser consciente­s de que hay procesos que no son fáciles de electrific­ar, por ejemplo, el transporte a larga distancia y el uso del diésel en vehículos pesados en actividade­s mineras. Y para ello, que exista un vector energético como el hidrógeno es clave. Además, se puede utilizar para una mayor penetració­n en la matriz eléctrica de energías renovables variables.

La economía del hidrogeno verde está a la vuelta de la esquina y es necesario que la capacidad instalada de energías renovables crezca de manera exponencia­l para producir este combustibl­e, y que las políticas públicas y la regulación acompañen para ser parte de la próxima oportunida­d global en el mundo de la energía. En la hoja de ruta estarán, al menos, aquellas áreas que necesiten regulación, aquellos proyectos que necesiten financiaci­ón, innovación, transferen­cia de conocimien­to. El sector energético verde puede fomentar además un desarrollo socioterri­torial equilibrad­or.

Hoy por hoy, la mayoría del hidrógeno producido a escala internacio­nal (más del 90%) genera emisiones, no es verde

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GETTY IMAGES Un vehículo alimentado con hidrógeno en la empresa de ingeniería FES, en Zwickau, Alemania.

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