España, el país de la Unión Europea donde más crece la desigualdad salarial
El teletrabajo no supone una amenaza de deslocalización La masa salarial sufrió la segunda mayor caída de la UE por el Covid
Cerca de cumplirse un año de que el estallido del Covid-19 obligara a la total paralización de la economía española, todavía se sigue sintiendo el impacto del terremoto y continúa la tarea de evaluar sus efectos. Según los datos recogidos por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en un informe en el que se evalúa la evolución de los sueldos en 2020, además de los enormes daños sanitarios y la evidente pérdida de empleos, la pandemia dejó en su momento inicial una España más empobrecida y más desigual.
La OIT estableció una comparativa entre el primer trimestre de 2020 y el segundo que medía varios indicadores de una serie de países europeos. España fue el segundo Estado de Europa con una mayor caída de la masa salarial total (el conjunto de retribuciones que reciben los trabajadores de un país), mientras que fue el primero en lo que a aumento de desigualdad salarial se refiere, si se tiene en cuenta el dinero que gana la parte más rica de la población respecto al obtenido por la parte más pobre.
En concreto, la masa salarial cayó un 12,7%. Del descenso, un 3% se debió a pérdida del puesto de trabajo y un 9,7% a reducciones de horas trabajadas, donde se incluyen los ERTE.
Además, la diferencia entre lo que gana el percentil 90 (que incluye al 10% de la población que más gana) y los salarios percibidos por los trabajadores pertenecientes al percentil 10 (el 10% de la población que menos gana) es la mayor en Europa –con 36,1 puntos– y, además, es también el país europeo donde más se ha agrandado esta brecha (13,1 puntos más tras el impacto del Covid).
Luz Rodríguez, profesora de Derecho del Trabajo de la Universidad de Castilla-La Mancha, destaca cómo en España el Covid se ha cebado con los más vulnerables. “La pandemia ha influido mucho en el mercado de trabajo. El daño más evidente es que ha provocado una gran pérdida de empleo. Lo ha causado en los empleos más vulnerables. Se ha destruido principalmente empleo temporal y el indefinido se ha preservado mediante medidas de flexibilidad interna como los ERTE”. La experta valora cómo los ERTE han funcionado a la hora de contener el daño en el empleo, ya que tal y como recuerda ha sido la primera gran crisis reciente en la que se destruye más PIB que puestos de trabajo.
Este mayor castigo a la población con menores salarios es un reflejo del problema de dualidad que sufre el mercado laboral español, con una parte de la población encadenando contrato temporal tras contrato temporal. Javier Blasco, director de Adecco Group Institute, enfatiza que de cada 100 contratos nuevos que se firman, 93 son temporales. E incide en que en muchos casos se comete fraude en la contratación y se opta por el contrato temporal de forma inadecuada con el fin de ahorrar dinero, lo que contribuye a que se demonice este tipo de contrato y se asocie a la precariedad. “Esto debe ser perseguido”, comenta.
Para solucionar esto, además de la persecución de los fraudes, el experto aboga por primero tratar de solventar el enorme castigo que supone el paro estructural español. Rodríguez apuesta por una audaz acción regulatoria en los contratos que no perjudique a los que tengan contratos indefinidos con el fin de facilitar la incorporación de los temporales.
Teletrabajo y empleo
Otro de los efectos evidentes es que el Covid obligó forzosamente a que muchos empleos se llevaran a cabo desde el hogar. Una tendencia que el teletrabajo ha puesto sobre la mesa es la de la deslocalización de la fuerza de trabajo. Esto no es otra cosa que las empresas llevándose los empleos a otros países al contratar a personas para trabajar en las compañías desde la distancia, sin importar el lugar de trabajo.
Ignacio de la Torre, economista jefe de Arcano Partners, opina que esto no tiene por qué redundar en una mayor pérdida de empleos. “Hay ejemplos muy anecdóticos de deslocalización de fuerza de trabajo. Uno de ellos es el de Facebook, que dijo que la gente trabajara donde quisiera, y así también lo ha anunciado Salesforce. Mucha gente juzga la realidad económica basándose en iconos que no son representativos del conjunto de la economía. Un trabajador de Facebook a lo mejor tiene un salario medio de 180.000 dólares y una formación muy avanzada, y quizá consiga trabajar siendo muy productivo desde donde quiera. Pero el tejido medio de una economía son pequeñas empresas, y coger una pequeña empresa y hacer que funcione bien cada uno trabajando desde un continente o un pueblo no funciona”, concluye.
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