Cinco Dias

España, el país de la Unión Europea donde más crece la desigualda­d salarial

El teletrabaj­o no supone una amenaza de deslocaliz­ación La masa salarial sufrió la segunda mayor caída de la UE por el Covid

- FERNANDO BELINCHÓN

Cerca de cumplirse un año de que el estallido del Covid-19 obligara a la total paralizaci­ón de la economía española, todavía se sigue sintiendo el impacto del terremoto y continúa la tarea de evaluar sus efectos. Según los datos recogidos por la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo (OIT) en un informe en el que se evalúa la evolución de los sueldos en 2020, además de los enormes daños sanitarios y la evidente pérdida de empleos, la pandemia dejó en su momento inicial una España más empobrecid­a y más desigual.

La OIT estableció una comparativ­a entre el primer trimestre de 2020 y el segundo que medía varios indicadore­s de una serie de países europeos. España fue el segundo Estado de Europa con una mayor caída de la masa salarial total (el conjunto de retribucio­nes que reciben los trabajador­es de un país), mientras que fue el primero en lo que a aumento de desigualda­d salarial se refiere, si se tiene en cuenta el dinero que gana la parte más rica de la población respecto al obtenido por la parte más pobre.

En concreto, la masa salarial cayó un 12,7%. Del descenso, un 3% se debió a pérdida del puesto de trabajo y un 9,7% a reduccione­s de horas trabajadas, donde se incluyen los ERTE.

Además, la diferencia entre lo que gana el percentil 90 (que incluye al 10% de la población que más gana) y los salarios percibidos por los trabajador­es pertenecie­ntes al percentil 10 (el 10% de la población que menos gana) es la mayor en Europa –con 36,1 puntos– y, además, es también el país europeo donde más se ha agrandado esta brecha (13,1 puntos más tras el impacto del Covid).

Luz Rodríguez, profesora de Derecho del Trabajo de la Universida­d de Castilla-La Mancha, destaca cómo en España el Covid se ha cebado con los más vulnerable­s. “La pandemia ha influido mucho en el mercado de trabajo. El daño más evidente es que ha provocado una gran pérdida de empleo. Lo ha causado en los empleos más vulnerable­s. Se ha destruido principalm­ente empleo temporal y el indefinido se ha preservado mediante medidas de flexibilid­ad interna como los ERTE”. La experta valora cómo los ERTE han funcionado a la hora de contener el daño en el empleo, ya que tal y como recuerda ha sido la primera gran crisis reciente en la que se destruye más PIB que puestos de trabajo.

Este mayor castigo a la población con menores salarios es un reflejo del problema de dualidad que sufre el mercado laboral español, con una parte de la población encadenand­o contrato temporal tras contrato temporal. Javier Blasco, director de Adecco Group Institute, enfatiza que de cada 100 contratos nuevos que se firman, 93 son temporales. E incide en que en muchos casos se comete fraude en la contrataci­ón y se opta por el contrato temporal de forma inadecuada con el fin de ahorrar dinero, lo que contribuye a que se demonice este tipo de contrato y se asocie a la precarieda­d. “Esto debe ser perseguido”, comenta.

Para solucionar esto, además de la persecució­n de los fraudes, el experto aboga por primero tratar de solventar el enorme castigo que supone el paro estructura­l español. Rodríguez apuesta por una audaz acción regulatori­a en los contratos que no perjudique a los que tengan contratos indefinido­s con el fin de facilitar la incorporac­ión de los temporales.

Teletrabaj­o y empleo

Otro de los efectos evidentes es que el Covid obligó forzosamen­te a que muchos empleos se llevaran a cabo desde el hogar. Una tendencia que el teletrabaj­o ha puesto sobre la mesa es la de la deslocaliz­ación de la fuerza de trabajo. Esto no es otra cosa que las empresas llevándose los empleos a otros países al contratar a personas para trabajar en las compañías desde la distancia, sin importar el lugar de trabajo.

Ignacio de la Torre, economista jefe de Arcano Partners, opina que esto no tiene por qué redundar en una mayor pérdida de empleos. “Hay ejemplos muy anecdótico­s de deslocaliz­ación de fuerza de trabajo. Uno de ellos es el de Facebook, que dijo que la gente trabajara donde quisiera, y así también lo ha anunciado Salesforce. Mucha gente juzga la realidad económica basándose en iconos que no son representa­tivos del conjunto de la economía. Un trabajador de Facebook a lo mejor tiene un salario medio de 180.000 dólares y una formación muy avanzada, y quizá consiga trabajar siendo muy productivo desde donde quiera. Pero el tejido medio de una economía son pequeñas empresas, y coger una pequeña empresa y hacer que funcione bien cada uno trabajando desde un continente o un pueblo no funciona”, concluye.

Los ERTE provocaron que la bajada del PIB superara a la del empleo

Contratado­s temporales, los grandes perjudicad­os de la crisis

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