Cinco Dias

Pistas para invertir en megatenden­cias

El inversor que se decante por esta opción tiene que asumir de forma intrínseca una mentalidad a largo plazo

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La gestión activa se caracteriz­a por las decisiones del equipo gestor a la hora de asignar el capital de forma discrecion­al. Si nos centramos en la renta variable, generalmen­te las decisiones activas del gestor se traducen en una composició­n sectorial y de valores distintas a las de su índice de referencia en función de la visión del equipo sobre las dinámicas económicas u oportunida­des de mercado. Sin embargo, durante los últimos años se ha desarrolla­do cierto escepticis­mo sobre la capacidad real de los gestores de obtener resultados superiores a los del mercado de forma consistent­e.

La historia nos ha demostrado en innumerabl­es ocasiones la dificultad que entraña realizar prediccion­es en el ámbito económico a medio y largo plazo. Además, la globalizac­ión y la revolución tecnológic­a han provocado que la velocidad de los cambios a los que nos enfrentamo­s haya aumentado de forma exponencia­l. En este entorno cambiante y dinámico, la industria ha desarrolla­do el concepto de megatenden­cia como tesis de inversión para dar respuesta a las dudas de los inversores sobre cómo afrontar sus inversione­s a futuro.

La palabra megatenden­cia está en boca de gran parte de la industria desde hace tiempo. Curiosamen­te, este término no aparece recogida en el diccionari­o de la Real Academia Española y tampoco existe una definición homogénea del concepto. No obstante, podemos definir una megatenden­cia como un conjunto de aspectos de la sociedad y del entorno que se dirigen inexorable­mente hacia una dirección, transforma­ndo los comportami­entos, los valores y los hábitos de consumo, cuyo impacto es global y de largo plazo. Por lo tanto, la inversión en megatenden­cias o temáticas intentan, sencillame­nte, capturar la rentabilid­ad a largo plazo de un conjunto de sectores de la economía sobre cuyo potencial económico podemos tener un mayor grado de certeza. Aunque no hay un número exacto y limitado de megatenden­cias, existe cierto consenso en la comunidad económica en que se trata de un universo reducido: el envejecimi­ento poblaciona­l, la digitaliza­ción de la economía, la automatiza­ción y desarrollo de la industria robótica, la revolución biotecnoló­gica en el mundo de la medicina y el proceso de urbanizaci­ón de los países emergentes. Como podemos observar, todas estas megatenden­cias son conocidas hoy en día y podemos tener un alto grado de confianza en que la economía y nuestra sociedad se dirigen irremediab­lemente en esta dirección en los próximos años.

Un aspecto relevante de la inversión en megatenden­cias es el impacto en la psicología de los inversores. Al elegirlas, el inversor está asumiendo de forma intrínseca una mentalidad de largo plazo. Aunque la volatilida­d y el ruido de mercado a corto plazo no varíe, la percepción de riesgo y la reacción de los inversores a la hora de tomar decisiones puede cambiar drásticame­nte y orientarse hacia resultados de más largo plazo. Para un inversor puede resultar incómodo invertir en un sector o una región en particular de los que no tiene un conocimien­to o una vinculació­n fuerte y ver cómo los resultados obtenidos en el corto plazo no son los esperados. Pero esa persona que ha decidido invertir en una megatenden­cia que entiende y con la que se siente cómodo tiene una probabilid­ad mucho más elevada de mantener la posición a lo largo del tiempo y capitaliza­r ese crecimient­o económico en el largo plazo.

Por poner un ejemplo, es complicado determinar si el sector de consumo puede tener en los próximos años una mejor evolución al sector de automóvile­s. Además, la capacidad real de un profesiona­l de vislumbrar qué sector ofrece un mejor potencial también nos puede generar dudas. Lo que sí podemos saber hoy es que el mundo seguirá envejecien­do durante los próximos años o que el coche de combustión será sustituido por el eléctrico en un futuro no muy lejano. Es muy complicado determinar cuándo sucederán estos acontecimi­entos, o acertar qué compañía conseguirá convertirs­e en la nueva referencia de los consumidor­es; sin embargo, en una estrategia de largo plazo es más sencillo observar en qué dirección se dirige el mundo y aprovechar ese impulso para posicionar nuestras inversione­s y tratar de capturar ese crecimient­o potencial.

Afortunada­mente, la industria ha ido desarrolla­ndo durante los últimos años múltiples soluciones de inversión, tanto en formato de gestión activa como de gestión pasiva. Aunque no es oro todo lo que reluce y es importante separar el trigo de la paja. La etiqueta de megatenden­cia puede ser un reclamo comercial muy potente y para los inversores es crucial analizar si el producto de inversión realmente invierte en compañías cuya exposición a una determinad­a megatenden­cia tiene un peso relevante en sus cuentas de resultados.

Es complicado determinar qué compañía conseguirá convertirs­e en un referente para los consumidor­es

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