NI UN EURO MÁS
Con el alto coste de la energía como contrapunto, llama la atención la todavía demasiado habitual calefacción centralizada que protagoniza el consumo de muchos edificios. El hecho de no poder elegir de manera individual tanto el cuándo como el cómo calentar su vivienda no se corresponde con el avance tecnológico en el que actualmente nuestra sociedad se halla inmersa.
El bolsillo de muchos usuarios se ve sin duda afectado por esta costumbre, dados los innecesarios elevados costes de la factura energética que, de ningún modo, representan ni el consumo ni las necesidades individuales. A esto se suma el despilfarro de energía que ello conlleva y sus repercusiones para el medio ambiente...
Precisamente es condición sine qua non para frenar el cambio climático que la edificación se comprometa e implique de un modo completamente activo para ahorrar energía. No olvidemos que la calefacción de las viviendas supone un 60% de su consumo energético y el ACS un 25%. Suman, por tanto, un 85% del consumo total de un edificio...
En este contexto, los repartidores de costes permiten la facturación de gastos de calefacción, climatización y agua caliente sanitaria calculados en la proporción y en función del su consumo efectivo. Según datos de AERCCA, Asociación Española de Repartidores de Costes de Calefacción, en torno a 30 millones de viviendas están dotadas en Europa de este tipo de dispositivo para el reparto de costes de calefacción central, lo que suma cerca de 150 millones de sistemas instalados. No en vano, la entidad defiende que todos los usuarios sean verdaderamente libres para diseñar sin limites el confort de su vivienda, sin ninguna intervención invasiva en cualquier tipo de instalación centralizada.
Tal y como señala dicha entidad, los repartidores que se instalan actualmente son electrónicos, con lo que sus lecturas de consumos se recogen por radio. De esta manera, no es necesario volver a entrar en la vivienda hasta que se agote la batería, que tiene una duración de 10 años. Cómodo, ¿verdad?
Para concluir, les preguntamos: ¿no creen que solo por el simple hecho de instalar repartidores de costes de calefacción se modifica la actitud del usuario? Diversos estudios ratifican que de este modo nuestros hábitos se dirigen hacia una mayor contención del gasto energético, hacia un mayor ahorro. Paguemos, pues, por lo que consumimos. Ni un euro más.