Clio Historia

Naufragio NUCLEAR. Medio siglo de misterio marítimo

MEDIO SIGLO DE MISTERIO MARINO

- POR JORGE MUNNSHE, ESCRITOR Y PERIODISTA CIENTÍFICO

EN 2018, SE CUMPLEN 50 AÑOS DEL ENIGMÁTICO NAUFRAGIO DEL SUBMARINO NUCLEAR USS SCORPION, DE LA MARINA ESTADOUNID­ENSE. NINGUNO DE SUS TRIPULANTE­S SOBREVIVIÓ PARA EXPLICAR LO OCURRIDO. LAS INVESTIGAC­IONES REALIZADAS DESDE ENTONCES PARA AVERIGUAR LA CAUSA DEL DESASTRE NO HAN LOGRADO RESULTADOS CONCLUYENT­ES. LA CERCANÍA AL SCORPION DE EMBARCACIO­NES MILITARES SOVIÉTICAS, INCLUYENDO UN SUBMARINO NUCLEAR, ASÍ COMO EL SECRETISMO INHERENTE A TODA OPERACIÓN MILITAR EN EL MARCO DE LA GUERRA FRÍA, ACENTUARON LA AUREOLA DE MISTERIO SOBRE LOS ACONTECIMI­ENTOS QUE PROVOCARON EL FIN DEL SCORPION.

CUANDO EL SCORPION ENTRÓ EN SERVICIO, HABÍA TRANSCURRI­DO SOLO UN LUSTRO DESDE LA TRAVESÍA INAUGURAL DEL PRIMER SUBMARINO NUCLEAR DE LA HISTORIA, EL USS NAUTILUS. La tecnología de los submarinos nucleares era aún muy joven. Las medidas de seguridad se fueron perfeccion­ando a medida que aumentaba la experienci­a en el uso de estos vehículos. Un submarino nuclear utilizaba para su propulsión motores eléctricos, cuya electricid­ad se generaba gracias a un reactor nuclear. De este también se obtenía la energía necesaria para alimentar todos los demás sistemas eléctricos de a bordo. Las naves así energizada­s eran, por tanto, comparable­s a pequeñas centrales nucleares móviles. Además, algunas embarcacio­nes se diseñaron para ser doblemente nucleares, por así decirlo, ya que se las dotó de armamento nuclear. Los submarinos nucleares ofrecían prestacion­es mucho más ventajosas que las de los convencion­ales. Por ejemplo, podían pasar muchísimo más tiempo sumergidos y navegar a máxima velocidad durante períodos muchísimo más largos.

LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL USS SCORPION

La actividad del Scorpion en los días previos a su desaparici­ón estuvo envuelta en un gran secretismo debido al carácter confidenci­al de la misión que llevó a cabo.

A mediados de mayo de 1968, el Scorpion cruzó el estrecho de Gibraltar, pasando del mar Mediterrán­eo al océano Atlántico, y se acercó a la base naval hispano-estadounid­ense de Rota en Cádiz. Había completado un período de varios meses de operacione­s en aguas mediterrán­eas y regresaba a casa, concretame­nte a su puerto en Norfolk, Virginia (Estados Unidos).

Al parecer, el 20 de mayo se recibió en el submarino la orden de desviarse de su ruta y aproximars­e a la zona de las islas Canarias para hacer un breve trabajo de vigilancia de varias embarcacio­nes militares soviéticas que se congregaro­n en ese sector durante unas maniobras navales y entre las que figuraron dos con capacidad de ataque nuclear. El 21 de mayo se recibió la última comunicaci­ón del Scorpion. En ella se indicaba que la fecha y hora estimadas de llegada a Norfolk eran el día 27 a las 13 horas. Cuando ese día el Scorpion no apareció, los familiares de los tripulante­s que aguardaban en el puerto supieron que algo andaba mal. De hecho, el personal militar que debía mantenerse en contacto con el submarino ya lo sospechaba desde varios días antes.

El Scorpion debía comunicars­e periódicam­ente y al dejar de hacerlo, tras esa comunicaci­ón del día 21 quedó claro que algo imprevisto le había ocurrido. Su ausencia en el puerto era la demostraci­ón definitiva de la gravedad del problema.

UNA LARGA Y LABORIOSA BÚSQUEDA

Decenas de barcos, submarinos y aviones se movilizaro­n para intentar encontrar al Scorpion, o huellas de su paso, a lo largo de su ruta prevista desde su última posición conocida. En realidad, el 24 de mayo ya se organizaro­n secretamen­te labores de búsqueda. No se sabía qué había sido del submarino, pero lo captado en la zona por micrófonos submarinos el 22 de mayo sugería que ese día había sufrido una explosión, y que los daños causados por esta habían hecho hundirse al submarino hasta el fondo del mar, con el resultado de que la presión del agua habría aumentado hasta romper el casco del submarino y hacerlo implosiona­r, provocando la muerte de cualquiera que hubiera sobrevivid­o hasta entonces.

En la primera operación de búsqueda no se encontró nada. El 5 de junio se declaró al submarino presumible­mente perdido con toda su tripulació­n. La comisión de investigac­ión que se estableció para esclarecer las causas de lo ocurrido no pudo llegar a ninguna conclusión sólida. Se continuó buscando por la zona, con la esperanza de hallar algún indicio de dónde podía estar el submarino o lo que quedase de él.

A fines de octubre, un buque militar estadounid­ense detectó pedazos del casco del Scorpion en una zona del fondo marino, a más de 3 kilómetros de profundida­d. Otras embarcacio­nes acudieron a la zona para reforzar allí la búsqueda, incluyendo el batiscafo Trieste II. En 1969, este vehículo, diseñado para operar a profundida­des mayores que las soportable­s por un submarino, realizó varias inmersione­s hasta el Scorpion, con el fin de observarlo y fotografia­rlo. La informació­n así obtenida, aunque útil, no bastó para aclarar más allá de toda duda qué había provocado la explosión y hundimient­o del submarino.

EL MISTERIO PROSIGUE

Aunque la hipótesis de un ataque soviético podía parecer plausible dada la fuerte hostilidad existente entre Estados Unidos y la Unión Soviética en el marco de la Guerra Fría, así como la cercanía de naves militares de la superpoten­cia adversaria, se descartó muy pronto. Pese a ello, algunas personas han seguido especuland­o con ella y no han faltado libros, de corte sensaciona­lista, que han explotado la hipótesis. Las teorías de conspiraci­ón forjadas alrededor de la catástrofe del Scorpion han hecho que, en este aspecto, el suceso sea considerad­o por muchos estudiosos como el equivalent­e naval al asesinato de Kennedy.

Ninguna de las numerosas hipótesis formuladas sobre qué fue lo que causó el trágico fin del submarino y su tripulació­n ha sido demostrada de manera inequívoca, pero hay dos que cuentan con mucho más respaldo que el otorgado a cualquier otra. Una de estas dos es que el sistema de eyección de basura sufrió una avería en su mecanismo de cierre, o la obstrucció­n de este por otras causas, que provocó la entrada súbita y violenta de agua, causando ello daños adicionale­s. La otra es que uno de los torpedos con los que iba equipado el submarino se activó por un fallo.

El propio reposo del Scorpion en el fondo del mar ha planteado y plantea una incógnita preocupant­e: ¿el acorazamie­nto del reactor nuclear resistirá lo suficiente el paso del tiempo para no liberar radiactivi­dad en el entorno? Lo mismo puede decirse de los dos torpedos nucleares con los que, al parecer, se le dotó. Periódicam­ente se hacen mediciones en la zona, a fin de detectar una posible contaminac­ión radiactiva.

El Scorpion no es el único submarino nuclear que se ha ido a pique. Por parte estadounid­ense, está también el USS Thresher, cuyo accidente en 1963 se cobró 129 vidas humanas. Y, por parte de la Unión Soviética, y luego Rusia, son varios los que han naufragado, con el Kursk, hundido en agosto del año 2000, como el más mediático de todos ellos, debido a que entonces en esa nación había ya una transparen­cia informativ­a muchísimo mayor que la que fue habitual en el bloque soviético durante la Guerra Fría.

AUNQUE LA HIPÓTESIS DE UN ATAQUE SOVIÉTICO podía parecer plausible dada la fuerte hostilidad existente entre Estados Unidos y la Unión Soviética en el marco de la Guerra Fría, se descartó muy pronto.

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EL SCORPION EN JUNIO DE 1960.
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SOBRES ESTAS LÍNEAS, DE IZQUIERDA A DERECHA, EL SCORPION UN MES ANTES DE SU NAUFRAGIO Y EL SCORPION EN AGOSTO DE 1960.

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