EL MITO

Durante la Edad Media el mito del unicornio no solamente persistió, sino que fue adquiriendo nuevos atributos. Quizá de este período proviene la imagen más arquetípica del unicornio que tenemos como un elegante caballo blanco de pilosa crin con un recto y largo cuerno en espiral brotando de su frente. El cristianismo adornó la leyenda del unicornio que moría de tristeza si se le tenía en cautividad o que esta criatura era capaz de detectar la pureza de una mujer. Así pues, el unicornio se rendía ante una doncella sin que esta necesitase arma ni astucia de ningún género: bastaba su castidad para que la bestia se tornase mansa como un cordero.