Volkswagen Polo GTi
Polo y GTi vuelven a ser socios de honor, esta vez con un 2.0 TSi para conquistar nuevas cotas de rendimiento: 200 CV. Se exploran con tal facilidad que, más que un GTi a «secas», es todo un señor GTi.
200 CV que se exploran con tal facilidad que más que un GTi «a secas», es todo un señor GTi.
De estreno. Y por todo lo alto, porque bajo el capó del nuevo Polo GTi también hay nuevo motor, y no sólo nuevo en la saga, también en la marca. 2.0 TSi, 200 CV, 32,8 mkg de par, 5,9 l/100 km de consumo. Podría parecer una versión descafeinada del que usa el Golf GTi —230 o 245 CV según se trate el GTi «normal» o Performance—, con exactamente la misma cilindrada; pero no. Aunque de la misma familia EA888, el del Polo difiere, y bastante, de culata hacia arriba. Lo distinguirías, ficha técnica en mano, por la compresión: 11,65:1 del nuevo frente a 9,6 del propulsor ya en uso en el Golf; pero más técnicamente en detalle, porque la unidad que estrena el Polo GTi tiene un modo de combustión totalmente diferente, pudiendo combinar ciclo Otto o Miller. Seguro que también sabrías leer entre líneas algunas otras características de este nuevo motor que, ya a 4.400 rpm, entrega el 100 por cien de su potencia, manteniéndose teóricamente constante hasta las 6.000 rpm en las que, aproximadamente, se produce el corte de inyección.
Rapidez con clase
No, no son ni mucho menos malas noticias, pero seguro que, sin conducirlo, te imaginas el talante de este propulsor: muy plano y constante, lleno en toda su progresión, pero con poco carácter, tal vez demasiado poco. Está impregnado, en cierto modo, por ese equilibrio de GTi
firmado por Volkswagen, donde prima tanto el día a día como la velocidad pura, la efectividad frente a la radicalidad. En este sentido, a este potente y ligero Polo GTi no se le puede poner un pero. Con apenas 1.355 kilos de peso, su prestación es para quitarse el sombrero aunque esta sexta generación viene «arropada» de tal evolución de chasis y calidad estructural que está capacitado para asimilar otro buen puñado de caballos más.
En parte, también esa sensación de civilizada rapidez llega por los ajustes del cambio DSG, algo largos y abiertos para también priorizar, no nos olvidemos, el consumo de combustible, aunque un buen uso «manual» del mismo o el afinado modo Sport de los posibles perfiles de conducción, conseguirán sacar la quintaesencia del motor...
El chasis de esta nueva generación llega también «atomizado» de serie con suspensión de ajustes variables, unificando lo mejor de dos mundos. Se trata por tanto de un GTi de etiqueta, con un confort y calidad de rodadura y mecánica de «gran coche». Y aunque dinámicamente es cierto que se siente un vehículo muy ágil, muy reactivo y con un eje delantero con más precisión y capacidad motriz que nunca, en términos globales este Polo GTi sobresale más por su refinamiento y empaque mecánico que por fuertes sensaciones de conducción. En resumidas cuentas, todo un GTi con el característico sello de la casa.