Reportaje
Al volante del Renault Symbioz
Se puede y lo hemos hecho, sin necesidad de intervención de nuestro conductor reserva: ir a 130 km/h no-conduciendo este coche autónomo.
Conseguir que el coche conduzca solo, de forma autónoma, aún sigue siendo un reto mayúsculo, pero casi tanto como conseguir en el conductor el estado de ánimo para que suelte los mandos y se desentienda. Nosotros lo tenemos fácil, porque es la tercera vez que «probamos» un Renault autónomo (y varios de otros fabricantes). Además, nos da confianza tener a nuestro lado a un conductor con grado de máster con un joystick como el empleado en vehículos de conducción adaptada, capaz de pilotar el coche a su antojo. Detrás llevamos al responsable del proyecto del Renault Symbioz, vigilando desde el asiento trasero con un ordenador el correcto funcionamiento de todos los sistemas.
Sin manos, sin ojos
No vemos a nuestros acompañantes, nuestros «ángeles de la guarda». Apenas entramos en la autovía el coche nos recomienda pulsar durante unos tres segundos dos botones situados sobre los radios del volante. Así lo hacemos y se activa la conducción autónoma, momento en que nos han invitado a colocarnos unos cascos de realidad virtual. Con ellos «vemos» fielmente reproducido el interior, pero con los asientos vacíos. Delante se reproducen en tiempo real la carretera, las señales, pero es todo dibujado: los coches, el paisaje... miras arriba y ves las estrellas, se ha hecho de noche, el paisaje cambia progresivamente, los coches que te adelantan se hacen fantasmagóricos, pasan los minutos y acabas volando en un mundo digno de Avatar. Prueba superada. El Symbioz se ha conducido él solo por la autopista, se ha cambiado de carril, ha adelantado, se ha dejado adelantar y, mientras, uno mismo es capaz de evadirse en su mundo. El coche autónomo para largos viajes es posible. Eléctrico y potente, con 360 kW (500 kW en momentos puntuales) y una autonomía de 500 kilómetros en sus baterías de iones de litio.