Aventuras de dos muletos y un mulato
CUALQUIERA VE QUE ESE Talisman blanco está hormonado, con sus aletines para dejar hueco a sus llantas de 20 pulgadas y anchas vías. Los turistas británicos que desembarcan en Calais con sus Aston Martin y Jaguar intentaban en vano dejarlo atrás. No habrían nunca adivinado que se trataba de un coche eléctrico. Ni que bajo esa carrocería se ensayaban el chasis y la propulsión del Symbioz. Varios Espace, estos sí, llamativamente rotulados como «Conducción Autónoma», eran los encargados del desarrollo de esta parte. Espace, porque tenían que llevar a bordo más de esos 34 sensores que iba a necesitar la conducción autónoma de Symbioz, con los ordenadores para gestionar toda esa información. De la comunión de ambos nació Mad Max, un Talisman al que le desbordaban los sensores por toda la carrocería... eso sí, exactamente en la misma posición geométrica en la que luego quedarían cuando dieran vida al futurista Symbioz.