Renault Captur
NO CABE DUDA DE QUE RENAULT DIO EN el clavo con el Captur, un coche familiar y práctico, con una variada gama de motores y varios pluses de practicidad, como el asiento trasero deslizante, la gran guantera o los asientos desenfundables. Y sobre esa buena base inicial han ido trabajando sutil y constantemente para mejorarlo aun sin comunicarlo, hasta la pasada primavera, cuando se produjo la primera gran actualización.
Los aficionados a la gasolina podrán elegir entre dos diferentes TCe, de 3 cilindros el de 90 CV y 4 el de 120 CV, en tanto que los seguidores del diésel sólo tienen un bloque motor para elegir, aunque con variantes de 90 y 110 CV, esta última con cambio manual de seis relaciones. Seleccionadas las versiones más potentes de ambos, llama la atención la escasa diferencia de peso entre ambos modelos, y un reparto entre ejes casi idéntico que apenas incide en diferencias de comportamiento.
Pequeño pero matón
El motor TCe de gasolina se caracteriza por una notable entrega de fuerza, siempre y cuando tomemos la precaución de desconectar la función ECO —de lo contrario notaríamos una alarmante falta de fuerza salvo que apretásemos el acelerador a fondo, venciendo el punto de resistencia del «kick down»—. En ese momento mejora la aceleración y, lo que es menos habitual, casi calca la maniobra de adelantamiento en las últimas marchas hasta casi igualar los registros de la versión turbodiésel. Eso sí, que nadie espere entonces una gran economía, ya que el cuatro cilindros no es frugal y se nota una alta diferencia de consumo entre ambos motores, igual que cuando van montados en el Nissan Juke.
Sin embargo, a pesar de que la diferencia de gasto conlleva una diferencia de coste de casi 3 euros cada 100 km, el punto de equilibrio entre ambas mecánicas no llega antes de los 67.000 km, dados los casi 1.800 euros que separan las tarifas de ambas versiones. Es una distancia que debería cubrir en pocos años un modelo que fuese el coche principal de la familia y, como tal, destinado a protagonizar la mayor parte de sus desplazamientos. Dinámicamente, el dCi no tiene apenas que envidiar a la versión de gasolina, ni en términos de rendimiento, con muy poco efecto turbo a bajo régimen, ni en cuanto a digerir los desarrollos del cambio sin que se le atraganten, manteniendo el motor girando en la zona óptima la mayor parte del tiempo.