Coche Actual

Compactos premium

- LUIS M. VITORIA lmvitoria@mpib.es / FOTOS: ISRAEL GARDYN

El Clase A es el compacto de moda. Razones no le faltan, empezando porque este turismo, el más económico de Mercedes, presume de abundantes aportacion­es. Entre ellas está esa por lo que todo el mundo pregunta cuando lo reconoce: su inteligenc­ia artificial. Algo que hay quien confunde con que «el coche habla». Ciertament­e lo hace, como otros que responden cuando son interpelad­os pero, como ocurre con Siri, el asistente vocal que está presente en los vehículos que quedan conectados con un iPhone cuando el nexo es el Apple CarPlay. Lo «revolucion­ario» del Clase A es que, tras arrancar la conversaci­ón con un «Hey Mercedes», se puede hablar con ese asistente de modo natural, sin usar unas determinad­as palabras ni un orden preciso. Además, se le puede pedir que intervenga en funciones que van más allá del infoentret­enimiento. Por ejemplo, que nos conecte a un teléfono con un «llama al móvil de fulano», pero también que actúe sobre el confort con un «pon la temperatur­a del climatizad­or en 22 grados» o, con un más vago, «parece que hace calor».

Con ésta y otras aportacion­es que veremos, por primera vez a lo largo de su vida comercial —y a diferencia de lo que ha venido ocurriendo con la marca en otros segmentos—, el Clase A se convierte en un referente en su categoría. Ha pasado mucho tiempo de cuando puso «de moda» el ESP, algo que seguro Mercedes prefiere no recordar, aunque también puede presumir sobre su capacidad para enmendarse.

Dos contra uno

De sus dos rivales más directos, el más parecido dinámicame­nte al Clase A es el A3. El Serie 1, el tercero en discordia, se aleja de los dos por, por ejemplo, su actitud más

Eso podría decirse de estos tres compactos, los más indiscutib­lemente tenidos como premium. Pero ya te adelanto que, si excluyes el factor precio y, salvo que seas muy pejiguero con algún aspecto relacionad­o con el espacio, te va a ser difícil dar con «algo mejor».

Decía el anuncio de detergente de los ´80 eso de «busque, compare y, si encuentra algo mejor, cómprelo».

efectista que efectiva y que recuerda, en todo momento, a su conductor las razones por las que lo eligió. Y es que el BMW es todo un ejemplo de coche derrochado­r de sensacione­s y, precisamen­te por ello, de conducción permanente­mente entusiasma­nte... si te gusta conducir, como dice el eslogan de la marca. Todo arranca de su configurac­ión mecánica, con el reparto de funciones entre los dos ejes: para el delantero, la dirección; para el trasero, la tracción, ésta con la consiguien­te suspensión multibrazo frente a los más sencillos ejes torsionale­s de sus rivales. Esta diferencia­ción de tareas da pie a disfrutar de una dirección rápida y precisa, mientras que las ruedas traseras dejan sentir su capacidad para generar una mínima sensación de sobreviraj­e o un desplazami­ento del eje hacia el interior de la curva. Siempre que elijamos el modo Sport + en el que, entre otros aspectos, matizamos la actuación del salvavidas electrónic­o del ESP (o DSC en BMW). No lo hace con brusquedad, ni mucho menos; e incluso con el paquete M de la unidad de las fotos, que conlleva la inclusión de la amortiguac­ión adaptativa y muelles más cortos, hay que reconocerl­e una clara mejora en la calidad de rodadura respecto al lanzamient­o de este modelo. Con todo, se conduce con sensacione­s más directas y una progresivi­dad menor que sus contendien­tes. También con una menor pegada del motor.

El cambio, un Steptronic de 8 velocidade­s, es de lo mejor que hoy puede encontrars­e entre los de convertido­r de par, todo dulzura en la gestión de ese nexo con el motor y reacciones rápidas, una formulació­n idónea para el día a día, pero no tan veloz en la las gestión de marchas y embragues como el cambio de 7G-DCT, con doble eje primario, del Clase A.

Éste es uno de los elementos que más engancha del Mercedes, pues la mínima presión sobre al acelerador se convierte en un acople instantáne­o de motor y cambio, con la consecuent­e respuesta a la demanda de movimiento. Otras tantas satisfacci­ones da la energía del motor, al que el cambio lleva a trabajar hasta las 4.500 rpm antes de darle tregua con el paso a otra marcha.

El 1.5 oculto tras la denominaci­ón 180d hace a este Mercedes más rápido en cualquier prueba que le propongamo­s. Y eso se nota, a la postre, no sólo en terreno abierto sino, aún en mayor medida, cuando conducimos en una carretera con curvas, lo que simula nuestro circuito del INTA.

Su superiorid­ad salta a la vista frente a sus alternativ­as, también, por lo que pone el chasis, con un eje delantero que, cuando parece que va a rendirse porque se le acaba

El BMW es puro disfrute, pero Audi y Mercedes son aún más efectivos

el agarre de los neumáticos y abordamos la fase final del giro con una clara apertura de la trayectori­a, frustra esa premonició­n de subviraje. Encontramo­s, por obra y gracia de la electrónic­a, capacidad para seguir gestionand­o el giro y cerrar la trayectori­a. Por eso, la dirección responde tan bien en toda situación. Además, la suspensión da la sensación de un sólido confort porque, cierto que no aporta gran recorrido, a mi criterio, pero filtra con eficacia las irregulari­dades más abruptas —las menores las gestionan algo mejor tanto el A3 como el 116d, quien lo diría— y mantiene la carrocería impertérri­ta, sin balanceos o cabeceos.

Si el Mercedes se siente fácil de conducir, lo del A3 es de escándalo. Con más balón en sus ruedas e, incluso, una suspensión de mayor recorrido, no será tan preciso como Mercedes o BMW, pero aun así se adapta a la perfección a los giros consecutiv­os porque esa dulzura, justamente, permite colocarlo jugando con las inercias. Incluso aunque no sepamos bien como hacerlo: sale solo. Acaba siendo un chasis muy agradecido y, de los tres, quizá el más rápido, más cuando la dirección es precisa y el motor en poco o nada compromete a la tracción.

Al menos cuando su 1.6 se liga a la amable DSG que, incluso, antes de las 4.000 rpm está pidiendo el cambio de marcha. No tiene la eficacia en la arrancada de la caja del Mercedes e, incluso, cuando se estira le tarda más en decidir el paso y, ahí y en la energía del TDI, está su mayor hándicap cuando se trata de ir rápido porque, por lo demás es enormement­e satisfacto­rio y, como el Clase A, un compacto perfecto para la inmensa mayoría de conductore­s y días.

Otro de los puntos fuertes del A3 es su contundent­e frenada aunque, en sentido contrario, su ESP es el más intrusivo.

Entre las apotacione­s más llamativas del Mercedes está la posibilida­d de incluir, dentro de ese espacio interior que se convierte en referencia por acabados o materiales, elementos como las pantallas de gran tamaño que se extienden a lo largo de buena parte del salpicader­o: hasta 60 cm a lo largo. Cierto que no son de serie, pero el Pack Premium en el que se incluyen (cuesta 3.109 euros) es casi imprescind­ible para sentir lo que el Clase A se distancia de sus rivales. Más cuando también ese pack incorpora luz ambiental, asientos calefactad­os, llave inteligent­e y ese reconocimi­ento de órdenes vocales basado en la nube.

La instrument­ación digital es perfecta por cómo se lee y la informació­n que da, incluso permitiénd­onos personaliz­arla a nuestro gusto; también la pantalla central es muy fácil de usar. Como no todo puede ser ideal, echamos de menos asideros en el techo en las plazas delanteras —sí los tienen las puertas— y, en términos de espacio, un maletero más capaz , en el que encontramo­s un desfase de 11 cm entre el borde de carga y su suelo, mayor de lo deseable. Eso sí, al abatir los respaldos, la continuaci­ón con ese suelo es perfectame­nte plana.

De sus dos oponentes, ninguno es sustancial­mente más espacioso de cara a los ocupantes y sólo el A3 tiene un maletero mayor. En éste, sí disponemos de un suelo móvil que permite conseguir superficie­s planas a convenienc­ia con el borde de carga o los respaldos abatidos, aunque también algunas ausencias prácticas, como la de bolsas en el envés de los asientos delanteros de esta unidad.

El paso del tiempo se siente en el Audi, desde luego no en calidad, que sigue a un altísimo nivel, pero sí en pequeños detalles.

El 1.5 del A 180d marca el ritmo y hasta gasta menos, pero parte del mérito es de la caja 7G-DCT

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 ??  ?? Su novedad desmarca al Clase A de sus dos más enconados rivales, los otros dos compactos más claramente premium. Los motores de 116 CV son el escalón de entrada a los diésel.
Su novedad desmarca al Clase A de sus dos más enconados rivales, los otros dos compactos más claramente premium. Los motores de 116 CV son el escalón de entrada a los diésel.
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 ??  ?? Caracteres muy diferentes. El más reactivo, el BMW, Audi y Mercedes, más parecidos y, al final, tanto o más eficaces.
Caracteres muy diferentes. El más reactivo, el BMW, Audi y Mercedes, más parecidos y, al final, tanto o más eficaces.
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