Primer eMercedes
Hace tiempo que Daimler anunció su familia de eléctricos, la familia EQ. Este es el primero, el EQC, basado en el GLC y producido en la misma fábrica.
Hemos vivido con Mercedes todo tipo de prototipos eléctricos, incluso si no llevamos tanto tiempo como para habernos puesto al volante de sus primeros intentos, allá por 1972. Pudimos conducir prototipos de los primeros Clase A, que aprovechaban su doble piso para alojar las baterías, unas basadas en azufre, que funcionaban a alta temperatura, y que muchos investigadores aún piensan que podríamos llegar a verlas en el futuro. Por eso, esperábamos con entusiasmo cómo el fabricante inventor del automóvil, la osada que se atrevió a colocar un motor de combustión en un triciclo, plantearía «el Mercedes de los eléctricos». Vamos, la familia EQ, y cómo se materializaba el primero de la saga, el Mercedes EQC. Pues ha hecho simplemente lo que quiere el mercado. Y el mercado es todo menos claro. Eso sí, le ha puesto la carrocería que se lleva ahora, el formato SUV. Este gusto de la clientela les viene bien para colocar la batería bajo los ocupantes (llena todo, incluso el espacio bajo la banqueta posterior) y conservar espacio para sus cabezas. El maletero cuenta con más de 500 litros de capacidad. Y para darle personalidad, la silueta del EQC está a mitad de camino entre el GLC y el GLC Coupé.
Entre GLC y Clase A
Se construye en la misma planta alemana de Bremen, donde igualmente se fabrican los Clase C y GLC. Esta es una necesidad,
porque nadie tiene certeza del volumen de ventas de los coches eléctricos, ni cuándo se dispararán si llega a ocurrir. Con un diseño de ingeniería bastante ingenioso, el EQC se puede ensamblar casi como el GLC de motor convencional (salvo un segundo paso en paralelo para incorporar la batería). Con esta flexibilidad podrán hacer frente a un éxito súbito del EQC y también lo contrario. No es la planta óptima, esa «Factoría 56» que están construyendo y pretenden concluir antes de terminar 2019. Tampoco el EQC disfruta de la plataforma óptima para ensamblar un eléctrico que presumiblemente se hará en la nueva planta; en cambio, este EQC se podrá fabricar en China y en EE.UU.
Futurismo relativo
El EQC es una transición lógica para estos momentos aún de incertidumbre sobre la evolución eléctrica. Eso sí, lo cargan de «valor Mercedes», con un interior con toda la presencia y sensación de calidad de la marca. Nada futurístico, pero sí superior al GLC por incorporar el sistema de MBUX como interfase con el usuario. Es fácil distinguir MBUX, por el enorme cuadro de instrumentos que integra dos pantallas bajo un mismo cristal, sin visera y flotante. Los motores evitan los imanes, son de inducción, presumiblemente por costes. Cada motor ofrece 150 kW y el delantero es el protagonista habitual. Como lleva un motor en cada tren, el delantero optimiza para baja y media velocidad, el trasero ofrece su mejor rendimiento a velocidades más elevadas (está autolimitado a 180 km/h). La batería de 80 kWh se ha elegido para poder ofrecer una autonomía superior a 400 km con el nuevo ciclo (450 km con el antiguo NEDC). Homologa un consumo por encima de los 22 kWh/100 km, frente a los 12-14 kWh/100 km de un eléctrico urbano, porque su peso roza las 2,5 toneladas. Nos han dicho que su filtrado, suavidad de marcha, silencio y confort serán increíbles. Su aceleración tampoco decepcionará, con poco más de 5 segundos de 0 a 100 km/h. Del precio no se habló, pero viendo los rivales, imaginamos de 80.000 euros hacia arriba.