Perfil 1: Movilidad compartida sobre cuatro ruedas
VIVIR Y TRABAJAR EN LA
misma ciudad puede traducirse en la obligación —más que necesidad en muchas ocasiones— de tener que renunciar al coche en propiedad o, al menos, a desplazarse con él hacia el trabajo. Las políticas de restricción de circulación que se están empezando a aplicar en algunas grandes urbes —como Madrid—, junto con el encarecimiento de los aparcamientos privados, están convirtiendo al automóvil en un bien de lujo, costoso de mantener y más limitado de usar a diario.
Después del transporte público —que, dicho sea de paso, en muchos casos no funciona como debiera ni conecta la ciudad tan excelentemente como nos venden— tenemos una alternativa de movilidad en los vehículos de uso compartido: los de carsharing. Madrid es una de las ciudades donde hay más compañías, desde las de pago por uso por minutos —Emov, Car2go, Zity y Wible—, que se gestionan mediante aplicaciones móviles, hasta empresas con flotas de vehículos muy distintos para dar movilidad «programada» a sus clientes según sus necesidades, ya sea por horas o días —Respiro, Bipy, Bluemove …—.
Para saber si te merece la pena tener un coche en propiedad viviendo y trabajando en una misma ciudad, hemos calculado a lo que ascendería el montante de mantener un vehículo frente a lo que te costaría desplazarte en carsharing. Si estás en esta situación, has de tener en cuenta, antes de realizar el ejercicio, que no necesitas coche ni los fines de semana ni fuera del horario laboral de manera habitual.