CHICOS LISTOS
Alberto Gutiérrez empezó con un ordenador en su casa. Le gustaba Internet y tenía la cabeza llena de ideas. Entre ellas civitatis.com, una web hoy indispensable si quieres planear los mejores itinerarios de tus vacaciones. ¿Su objetivo? Convertirse en la
Alberto Gutiérrez.
Alberto Gutiérrez decidió un día buscar la manera de ahorrar en sus viajes. Viajaba mucho por trabajo, pero también por ocio. Conocía al dedillo las principales capitales europeas, así que se le ocurrió escribir guías de viaje gratuitas y publicarlas en Internet. Tenía 22 años y, aunque nació en Valladolid, trabajaba como informático en Madrid y siempre le picó el gusanillo de emprender. Conocía bien Internet y las ideas se multiplicaban en su cabeza: guías de destinos turísticos, venta de viajes, reserva de hoteles y de vuelos… «Con 14 años empecé a hacer páginas web de música, juegos, canciones, y con 16 años me hice autónomo», cuenta. Pero la cosa se torció con la crisis de la burbuja de Internet, en 2000. Y tras pasar por una importante empresa de tecnología volvió a empezar.
Sus guías digitales de ciudades, el germen
«EL ÉXITO HA SIDO BASTANTE CASUAL. LA ÚNICA CLAVE ES QUE NO HE DEJADO DE TRABAJAR NI UN DÍA»
de la web civitatis.com, empezaron casi como un hobby, pero enseguida dieron dinero, primero gracias a la publicidad de Google y luego a las de reservas de hoteles y de vuelos de los buscadores más importantes. Entonces, un experto de Praga en paseos guiados para turistas españoles le escribió para anunciarse en su página. Ahí se le encendió la luz: «Pensé: en lugar de ser solo el receptor de la publicidad de otros, ¿por qué no ser el intermediario, vender las actividades a través de mi página y cobrar una comisión?». El resultado le sorprendió a él mismo. «Aquellos tours para españoles me parecían entonces muy caros, pero se empezaron a vender muy bien». Entonces Alberto se lanzó a buscar proveedores en todos los puntos favoritos de los turistas españoles: Marrakech, Venecia, París…. Un año después, la reserva de tours guiados se había convertido en la principal fuente de ingresos de civitatis.
Diez años después, su empresa empezaba a tomar forma. «La idea era ofrecer al cliente, antes de salir de viaje, lo que habitualmente se le ofrece en el destino: excursiones y rutas guiadas por la ciudad y los alrededores, pero explicadas en detalle, con mapas e ilustraciones. En realidad no hemos inventado nada –reflexiona Alberto–. Simplemente se trata de saber lo que quiere la gente». Pero ese ‘lo que quiere la gente’ es precisamente lo que marca la diferencia de civitatis, que selecciona las actividades de mejor calidad o las más interesantes. «Queremos que nuestros usuarios sientan que están en buenas manos. La clave es ser fiables».
Civitatis se ha extendido por toda España y Europa –300 ciudades–, se está expandiendo por Latinoamérica, y está presente en los destinos número uno mundiales, como Nueva York, Las Vegas o Washington. ¿El cliente tipo? Un 60 por ciento de españoles, seguidos de argentinos, mexicanos, colombianos y chilenos. Prefieren ir por libre y reservan con una media de veinte días, y –atención– el 70 por ciento son mujeres.
A pesar de los primeros éxitos, Alberto no apretó el acelerador de civitatis hasta 2014. Trabajaba en su casa con un ordenador. «Lo hacía yo todo. Las reservas y las confirmaciones las gestionaba a mano, a través de email. Cuando llegaron a veinte al día, las automaticé». Entonces, abrió oficina y contrató un pequeño equipo: un diseñador, un programador y una experta en viajes. Hoy son 50.
A pesar de sus dudas iniciales, las cifras de civitatis dejan boquiabierto: en 2017 llegaron a los 900.000 clientes, y a unas ventas de casi 29 millones de euros, un 70 por ciento más que el año anterior. Este año ya han superado las expectativas y probablemente lleguen a los dos millones de clientes y superen los 50 millones de euros en facturación. Por eso, sorprende la sencillez con la que Alberto habla del éxito de civitatis: «Todo ha sido bastante casual y nunca ha habido un plan de negocio. La única clave es que no he dejado de trabajar ni un día desde 2008».