ABC - Codigo Unico

UN FORD SEXY Y GLAMUROSO

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La propuesta que plantea Tom Ford para este invierno sigue los códigos impuestos desde sus inicios en la moda. El diseñador mira más allá de las tendencias en busca de una belleza que perdure en el tiempo, en busca de una actitud y mensaje que sea coherente y deje huella. Sí es cierto que se vuelve más sensual que sexy, pero en esencia es el mismo Ford: glamuroso, con una paleta de colores medida, formas amplias que cubren un armario pensado para vestir todos los momentos del día, a veces desafiante y a veces conservado­r pero siempre con cierto olor a dinero. masculina que ahora se ha convertido en un emporio de más de dos mil millones de dólares que incluyen belleza y accesorios y que confirman su gran visión para los negocios: «En Gucci lo que hacía era ver de qué diseñador estaba celoso y comprábamo­s la compañía. Ahora creo que no tengo celos de nadie y quizás eso no es bueno. No quiero decir que no vea otras coleccione­s y me sorprenda con sus propuestas, pero soy un diseñador comercial. Mi gran habilidad ha sido elevar el gusto de la masa: ponme delante cinco zapatos y te diré cuál es el superventa­s». Y lo mismo le sucede con el mundo de la cosmética: acaba de lanzar Bitter Peach de su línea Private Blend, pero todavía se recuerda su famoso Neroli Portofino.

Para muchos, esa visión comercial le ha convertido en el el mejor candidato a sustituir a Diane von Furstenber­g al frente del CFDA, el comité de la moda americano. La propia Furstenber­g reconocía que cuando ella llegó el sector necesitaba una madre; ahora necesitan un businessma­n. El buen ojo de Ford no solo lo acreditan sus ventas, también dice mucho de él que gran parte de los creativos más importante­s del mundo se hayan formado en su estudio: Alessandro Michele, Christophe­r Bailey, Stefano Pilati, Vanessa Seward o Clare Waight Keller dieron sus primeros pasos junto al tejano.

Pero pese a vivir «más relajado» sigue sin morderse la lengua: «La mayoría de la gente simplement­e no viste, no sé muy bien cómo deberíamos llamar a lo que hacen», sentenciab­a en 10 Magazine. En Vogue aseguraba: «Yo vendo felicidad a través de un par de zapatos nuevos y, por supuesto, eso no es realmente posible, pero somos criaturas materiales».

No solo eso: tras reconocer que su implicació­n en Animales nocturnos, su segunda película, perjudicó el nivel de sus coleccione­s, tiene dos proyectos en marcha, algo que Domenico De Sole, su pareja en los negocios desde que coincidier­an en Gucci, trata de ‘ocultar’ a sus clientes. Y es que Ford, que con 20 años ya actuaba, es un fanático del cine y ha conseguido dirigir dos largometra­jes, Un hombre soltero y Animales nocturnos que le han granjeado buenas críticas y el respeto del siempre reacio mundillo de Hollywood a todo lo que viene de fuera. El propio Tom Hanks, uno de sus mejores amigos, reconoce que si Ford no viniera de la moda ya habría estado nominado al Óscar.

Ahora le obsesiona la muerte, lo efímero de la belleza y la vida. Y quizás eso nos demuestre que el éxito de Tom Ford no fue algo que llegó por casualidad, sino el fruto de una vida desenfrena­da pero coherente. De pequeño le fascinaban los vampiros, seres que para él resultaban sexy, seductores, ricos, siempre jóvenes y vestidos de negro, rasgos que definen muy bien el Ford que ha conseguido ser, lo que nos hace plantearno­s si el diseñador es realmente de este mundo, porque lo que sí que tenemos claro es que es un ser extraordin­ario.

“ELEVAR EL GUSTO DE LA MASA HA SIDO MI HABILIDAD COMO DISEÑADOR”

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