■ Tecnología para todos: Que no pare el ritmo
Sin estar en su mejor momento, los videojuegos musicales (o de ritmo) tienen ya una larga historia a sus espaldas. Repasamos sus grandes ‘hits’...
Desde el amanecer de los tiempos, la música y el ritmo acompañan al hombre. Y, siglos después, el videojuego también ha reflejado su importancia. Pero en ambos casos, su origen exacto no es del todo conocido. No hay restos de los orígenes de la música (porque, probablemente, se usaron golpes en el cuerpo) ni está del todo claro qué juego abrió el melón del ritmo. Ese honor se reparte entre dos propuestas muy distintas. La primera de ellas data de principios de los años 70: una máquina electromecánica de Kasco (Kansei Seiki Seisakusho), en la que el objetivo era levantar la falda de las chicas en un momento determinado para generar una especie de ritmo. El juego llegó a los salones recreativos nipones, pero no hay demasiada información al respecto, ni se conserva, que se sepa, un mueble funcional.
Los primeros experimentos
Tuvo que ser la inquieta e innovadora Sega, quién si no, la que se llevara el gato al agua con el primer videojuego en el que el ritmo y el sonido fueran la parte central de la jugabilidad. La propuesta se llamó Rock’n Bark, llegó a los salones nipones en 1976 y era un tanto atípica en su planteamiento. El mueble contaba con dos ‘Tommy Gun’, las metralletas con tambor tan características de la mafia de los años 40. Esto se debe a que aprovecharon el mueble de un juego anterior, Bullet Mark (1975), aunque, aquí, debíamos disparar a unos blancos de distinto color, de modo que encajaran con la música rockera del juego (también tenía modos como disparar a dragones rojos o azules, según fueran para el jugador 1 o 2). Una idea primitiva, y limitada por la lógica y las CPU de la época, pero que ya planteaba una de las claves del género: el ritmo.
Ese ritmo también era clave en el ejercicio memorístico del gran éxito de 1978, el juego de mesa Simon, en el que debíamos repetir la secuencia de color (y sonido). El ritmo en los juegos había llegado para quedarse...