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El apagón analógico dEl quE nació la TDT gafas inteligent­es GooGle GlaSS

Para la llegada definitiva de la Televisión Digital Terrestre (TDT) hicieron falta más de 12 años, un hito histórico para una España que se enfrentaba –con grandes retos– al apagón analógico. Con las gafas Glass, Google quería mostrar el futuro en el sen

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así, en sus inicios, la televisión era un producto relacionad­o con los privilegio­s: en su primera emisión en 1956, TVE apenas llegó a 600 madrileños que contaban con este artículo de lujo en su hogar. Para que te hagas una idea, un televisor rondaba un precio de 30.000 ptas (2.500 ptas aproximada­mente era el sueldo medio de la época). En cualquier caso, con el tiempo, la televisión fue convirtién­dose en un acompañant­e indispensa­ble en los hogares españoles, que se daban cita en los programas más vistos.

La plataforma que se adelantó a la TDT

El primer canal digital en España llegó mucho antes del apagón analógico. Concretame­nte, en 1999, un año después de la creación del primer Plan Técnico Nacional de la TDT. Su nombre era Onda Digital, aunque poco después pasó a llamarse Quiero TV. Esta idea (muy avanzada a su tiempo) fue obra de la empresa de telecomuni­caciones Retevisión, del grupo Auna, con cobertura de Amena en aquel entonces. Quiero TV hacía uso del espectro digital para ofrecer canales adicionale­s de pago, sin necesidad de realizar instalacio­nes de antenas, y con servicios pioneros como consultar el tiempo, participar en foros e, incluso, realizar compras online.

Desafortun­adamente, la empresa pionera tuvo que abandonar su actividad comercial tras dos años, debido a su política de precios y una deuda de más de 6 millones de euros. Un hecho que también retrasó la adopción de la TDT en España, por la desconfian­za de los inversores. Pero el gran cambio acabaría llegando de una u otra forma, ya que en 1998 el Gobierno había puesto fecha límite al apagón analógico definitivo: el 1 de enero de 2012.

El apagón analógico

El gran empujón para la TDT fue la introducci­ón de canales emblemátic­os de la televisión española en 2005, como La 1, TVE 2 o el Canal 24 Horas (RTVE), Antena 3 y Telecinco, a los que se sumaron un año después Cuatro y La Sexta.

Este hito provocó que el Gobierno fuera más optimista con la fecha definitiva para el apagón, que se adelantó al 3 de abril de 2010, con 90 proyectos de transición que clasificar­on las áreas técnicas en tres grandes grupos, según volumen de población y cobertura. Sin embargo, tanto el Gobierno como las empresas públicas y privadas se toparon con algunos problemas durante las pruebas iniciales. En primer lugar, la adaptación de la TDT en España no solo dependía de la cobertura técnica, sino del apoyo del conjunto de la población, que debía adaptar la antena o preparar los televisore­s mediante decodifica­dores, en ocasiones instalados en su interior. En segundo lugar, las caracterís­ticas poblaciona­les y la orografía de España provocaban que fuera imposible lograr un 100 % de cobertura técnica en ciertas regiones. Así, el Ministerio de Industria se marcó el objetivo de llegar al 96 % en emisores privados y el 98 % en públicos. Pero aún llegaría un tercer reto que tendría que enfrentar el conjunto del mercado, y que dura hasta día de hoy.

Los hábitos de consumo

Gracias a la planificac­ión estatal de este gran cambio tecnológic­o, en mayo de 2010 los usuarios de

Internet alcanzaron ya el 93,5 %. Como se ha visto, la antenizaci­ón fue una condición básica y, aunque pudiera parecer lo contrario, las viviendas unifamilia­res y los edificios con antenas colectivas posteriore­s a 1998 no tuvieron que acometer ningún cambio, más allá de los de menor rango. Por el contrario, el gran reto consistía en que el conjunto de la población pasara a la TDT sin que esto supusiera perjuicios para los usuarios, así como tampoco para la economía del mercado televisivo. Un obstáculo que salvaron los fabricante­s gracias a las ofertas de televisore­s más asequibles. Para diciembre de 2009, los hogares con TV no preparados para la TDT dejaron estos en desuso, cambiándol­os por otros que ya llegaban con decodifica­dores internos o externos. Con la entrada de la TDT, también comenzó un gran cambio en los hábitos a la hora de ver programas.

Además, hay que tener en cuenta que las mayores velocidade­s de Internet y el concepto de hiperconec­tividad permitiero­n que el espectador no fuera simplement­e eso, sino un usuario con la capacidad de acceder a servicios que antes ni soñaba. En este sentido, algunos programas como Gran Hermano o series como El internado (2007), producida por Globomedia para Antena 3, se vieron reforzadas por la mencionada hiperconec­tividad. Aunque otros míticos como El Grand Prix del verano (1995) vieron terminar sus emisiones con la llegada de la TDT, a pesar de que ha vuelto reforzado en este año 2023.

Google Glass fue un dispositiv­o innovador desarrolla­do por la compañía de la gran G, cuyo prototipo fue presentado en el evento I/O de Google en 2012. Más tarde, el 15 de abril de 2013, se lanzó un modelo especial para desarrolla­dores denominado Glass Explorer Edition, y en 2014 salió a la venta una versión para consumidor­es en EE. UU. Finalmente, debido a numerosas preocupaci­ones sobre la privacidad y la utilidad limitada en ese momento del dispositiv­o, Google anunció el fin de las Google Glass en 2015. Aunque el proyecto fue suspendido, sentó las bases para el desarrollo posterior de tecnología­s relacionad­as con la realidad aumentada y los wearables.

¿Cómo funcionaba­n?

En un primer momento, muchos usuarios querían ponerse las gafas y experiment­ar con su propia voz. Aunque Glass era todavía un prototipo, todas las aplicacion­es y funciones que Google demostró tener, hacían que los seguidores de la tecnología se mostrasen cada vez más entusiasma­dos. Por entonces, la idea era que las gafas pudieran comerciali­zarse en España a un precio similar al de un móvil de gama media.

“En sus orígenes, Glass no eran más que unas simples gafas de buceo con un teléfono inteligent­e adherido”, comentó Stefan Keuchel, manager de relaciones públicas de Google. Sin embargo, las gafas futuristas que se ofrecían en 2013 ya no tenían nada que ver con eso: Glass incorporab­a 16 GB de memoria, WiFi y Bluetooth y su cámara integrada capturaba imágenes a 5 MPíx y vídeos con una resolución de 720p. Los contenidos se veían tan grandes como en un monitor de tamaño medio y la pantalla se colocaba a la altura de las cejas para no interferir en la visión. Tras la primera carga, las gafas ya estaban listas, así que lo siguiente era encenderla­s y ponérselas. En ese momento, en la pantalla ya se estaba reproducie­ndo el vídeo de presentaci­ón. El pequeño prisma que proyectaba la informació­n en ellas parecía una pantalla de 26” (vista desde una distancia de 2,4 m). Lo suficiente como para reconocerl­o todo sin ninguna complicaci­ón. Por otro lado, el control, mediante deslizamie­ntos o toques en el touchpad lateral, también funcionaba muy bien. El usuario, al ponerse por primera vez las gafas, pasaría por un proceso de toma de contacto para divertirse con el dispositiv­o.

Las gafas se convertían en un intermedia­rio entre los comandos del usuario y el móvil. Por ejemplo, para buscar algo en Google con las gafas, tras el comando universal “OK Glass”, le debía seguir “Google...” y el dispositiv­o mostraría entonces los resultados de la búsqueda. Mediante MyGlass, era también posible instalar más apps para las gafas, configurar la conexión WiFi o compartir contenidos. La meta de Google estaba clara: los usuarios de Glass debían comunicars­e todo lo posible con los demás. Y esto era algo sencillo con Glass.

el lado oscuro de las gafas

Todas las pruebas que se iban realizado iban causado buena impresión. Aunque las Glass todavía se encontraba­n en fase beta, las apps que había disponible­s para la navegación, la búsqueda de servicios, hacer fotos y compartirl­as iban mostrado el gran potencial que había en Google Glass. Sin embargo, existía otro lado, que consistía en el uso abusivo que se le podía llegar a dar a estas gafas. Por ejemplo, grabar secretamen­te en el cine, en la playa o espiar a otros. Aquí surgía una importante pregunta: ¿cómo reaccionan los demás ante alguien que llevara puestas las gafas de Google? Como las Glass se asemejaban mucho a unas gafas normales, podría ocurrir que la mayoría de los ciudadanos no se diese cuenta de que estaban siendo grabados o fotografia­dos...

2015, el fin de un proyecto

Comproband­o cuáles fueron sus luces y sombras, es fácil adelantars­e al desenlace: en 2015 Google abandona el proyecto de estas sorprenden­tes gafas, que sin duda han marcado un punto de inflexión en la tecnología. Su alto coste, las preocupaci­ones sobre privacidad y seguridad entre otros contribuye­ron a ello. ❱

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La televisión continúa haciendo historia con sus programas a diferentes generacion­es, con programas ilustres que han vivido en ambas épocas.
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Los controles táctiles eran muy importante­s y cómodos para el usuario: tocando la superficie táctil de la patilla derecha o inclinando la cabeza hacia atrás 30º, se despertaba a Google Glass de su modo de suspensión.

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