Provenza
“En una época repleta de imágenes lo esencial es viajar sin cámara, simplemente con los sentidos y con iando en el recuerdo”.
Céline Ellena, nariz de Hermés, crea fragancias desde el campo.
En 2010, Céline Ellena, nariz de Hermès, aceptó la proposición de la maison y dejó París para reunirse en Cabris con su padre, el maestro perfumista Jean-Claude Ellena. “Cuando abandonas la ciudad tienes miedo a perderlo todo, a desaparecer. Es necesario un poco de tiempo para comprender que se puede vivir sin ella. En Cabris, incluso en los días de lluvia cuando todo desaparece entre la niebla, tengo la sensación de estar en las montañas de China. Cuando está despejado, puedo sumergir las manos en el cielo azul turquesa, como si fuera una piscina”. En medio de este universo de sensaciones, el imaginario de la perfumista se funde con la mirada del diseñador Guillaume Bardet en le Parfum de la maison, una colección de objetos perfumados que surgen de cinco ensoñaciones que dialogan con el mundo interior de cada persona: Des pas sur la neige, Temps de Pluie, Fenêtre ouverte, Champ libre y À cheval! “El perfume para uno mismo es un símbolo de exteriorización mientras que el perfume de la casa es un símbolo de interiorización. Cuando viajo siempre llevo un libro y desde que Guillaume creó el pequeño caballo
de origami lo utilizo como marcador de páginas. Cada vez que lo abro su olor me recuerda a mi casa. En el hotel, el guijarro perfumado invade todo ese espacio sin alma”. Siempre intenta descubrir el perfume y sumergirse en lo cotidiano de cada lugar: “Madrid huele a melocotón y a piña y Nueva York a chicle de menta y a suela de zapatilla deportiva. Su próximo reto: descubrir el perfume del viento y la piedra en el Gran Cañón del Colorado.