Editorial
EN BUSCA DE ESOS LAZOS PROFUNDOS QUE NOS UNEN CON AMÉRICA encontramos un continente donde la belleza no se acaba, en el que la sonrisa precede a la palabra, la música al movimiento, la expresión al diálogo. Y la lengua nos envuelve en la misma magia.
DDe Norte a Sur, de Este a Oeste, gozamos del inmenso privilegio de no ser ajenos a los grandes acontecimientos de la historia de América; algunos, más afortunados que otros; todos, trascendentales. Fruto de un viaje equinoccial, un descubrimiento extraordinario y sucesivas migraciones en uno y otro sentido, en nuestro ADN late con fuerza la querencia por todo lo que sucede al otro lado del charco. Soy europea, pero he tenido la suerte de vivir muchos años en Argentina, unos cuantos en Florida, una temporada en México, unos meses en Honduras. La experiencia, lo digo con orgullo y humildad, me ha forjado el carácter, me ha ayudado a comprender sensibilidades muy diferentes amparadas por el mismo idioma, a navegar por el Atlántico y el Pacífico, lejos de mi Mediterráneo natal. ¡Casi nada! En América todo es superlativo, sirva como ejemplo una crónica de Indias refiriéndose al accidente de un soldado español en tierras selváticas: “A Pepe se lo comió una culebra”, que en este caso debía ser una anaconda de la Ama-
zonia. Grandes paisajes, distancias inabarcables, corazones de inmensa generosidad que hablan de nosotros como parte de sí mismos, porque casi todos tienen o han tenido un enganche emocional a este lado del charco. Pero no son este tipo de emociones –o no solo estas– las que nos llevan a comenzar el año con un homenaje a la Gran América; resulta que es el continente de moda, el que da bosques y selvas al planeta, el que tiene horizontes y sitio para todo el mundo, el que renueva la gastronomía fusionando los sabores tradicionales con sus maravillosas materias primas. El que palpita en las calles de Nueva York, en las avenidas de Los Angeles, y llega hasta los glaciares andinos. El que hace de sus artesanías una fiesta de color y textura. El que aviva la llama de la alegría, y le pone ritmo a la vida. El que se reinventa y busca salidas ingeniosas a los problemas en una suerte de realismo mágico. El que aporta escritores, músicos y poetas que también inmortalizan esta lengua que nos une por encima de tantas diferencias.
SANDRA DEL RÍO Directora