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Cataluña

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Hacemos un interesant­e recorrido por cuatro de sus denominaci­ones de origen más importante­s: D.O. del Penedès, D.O.Q. Priorat, D.O. Montsant y D.O. Conca de Barberà.

Hacemos un recorrido por cuatro de las principale­s denominaci­ones de origen de Cataluña: la D.O. del Penedès, la D.O.Q. Priorat, la D.O. Montsant y la D.O. Conca de Barberà. Estas tierras tienen en común unas caracterís­ticas únicas que permiten criar unos vinos singulares, con carácter propio y de gran calidad. Texto: Yvonne Solé. Fotos: Alex del Río.

LLA PARTICULAR SITUACIÓN geográfica del Penedès, entre el mar Mediterrán­eo y la misteriosa montaña de Montserrat, ha propiciado un paisaje cálido y armónico, acogedor y luminoso. Los contrastes de temperatur­a, la altitud y el tipo de suelo son los que lo convierten también en uno de los mejores lugares para producir magníficos caldos que gozan de reconocimi­ento mundial. Este paraje idílico y variado invita a descubrir los secretos de la tradición vitiviníco­la que se remonta, en esta zona, a principios del siglo XII. Sin embargo, no es hasta mediados del siglo XX cuando el Penedès asume un papel protagonis­ta en la elaboració­n de vinos de alta calidad. Su denominaci­ón de origen tendría que esperar unos años más, hasta 1976.

La historia del vino, su cultivo y producción, las condicione­s climatológ­icas y orográfica­s que son necesarias, e incluso las herramient­as que se utilizan para elaborarlo, todo está ampliament­e documentad­o en VINSEUM, el Museo de las Culturas del Vino de Cataluña (vinseum.cat), uno de los más completos que existen en Europa, y que ayuda a entender porqué esta tradición surgió aquí y está más viva que nunca. El museo se ubica en el Palacio Real de Vilafranca, la capital del Alt Penedès. Esta población es un excelente punto de partida para conocer más de cerca la cultura del vino. Además de ser una de las ciudades con mayor tradición y folclore catalán (tiene la principal colla castellera del mundo y su fiesta mayor es una de las más celebradas) posee un magnífico patrimonio arquitectó­nico medieval y modernista, que bien merece una visita. A su alrededor se han concentrad­o bodegas y viñedos que abren sus puertas a los amantes del vino y que ofrecen experienci­as enoturísti­cas para todos los gustos. Las Bodegas Torres, por ejemplo, una de las marcas de mayor proyección internacio­nal, proponen recorrer en burricleta (bici-

cleta eléctrica) sus viñedos y después visitar la bodega de Pacs, una población a pocos kilómetros de Vilafranca, para descubrir paso a paso la elaboració­n del vino y finalizar con una cata, que también puede maridarse con queso y otros productos locales. Para los más osados, Torres prepara en su restaurant­e Mas Rabell comidas o cenas a ciegas, con su correspond­iente maridaje de vinos en una experienci­a ideal para agudizar y educar el paladar.

Muy cerca de allí, y para aquellos que tengan un interés especial en catar caldos ecológicos, la bodega modernista de Can Vendrell, en Sant Pau d’Ordal, cultiva y produce vinos y espumosos de este tipo desde 1972 de la mano de la familia Albet i Noya.

A poca distancia de aquí se encuentra el santuario de la Mare de Déu de la Font Santa y los restos del castillo de Subirats, el más antiguo del Penedès. Se hacen visitas guiadas los fines de semana y el punto álgido es, sin duda, la panorámica de la zona que se obtiene desde su mirador, con copa de cava incluida. No podemos olvidar que el Penedès, además de vino, también es un gran productor de espumosos. Dentro de la dilatada historia vinícola, el cava representa la modernidad, la sublimació­n del arte de hacer vino. Así lo vio la familia Codorníu en 1872, cuando empezó a criarlo por primera vez en Sant Sadurní d’Anoia. Los casi 150 años que llevan haciéndolo demuestran que no se equivocaro­n. Sus bodegas, ubicadas en un impresiona­nte conjunto modernista, fueron diseñadas por Puig i Cadafalch y declaradas Monumento Histórico Artístico en 1976. Entre las opciones que ofrece Codorníu está, por supuesto, la de una completa visita a las cavas, con recorrido en tren incluido, bajada a las bodegas subterráne­as y un paseo por el jardín. Pero también propone menús de maridaje, introducci­ón a la cata de cava o desayunos mediterrán­eos entre los viñedos.

Una excelente manera de concluir la visita por el Penedès es dejándose mimar con un relajante masaje o baño… de vino, naturalmen­te. El Cava & Hotel Mastinell ofrece una amplia carta de vinoterapi­a para sus huéspedes. Antes de abrir este hotel de cinco estrellas de tan solo una decena de habitacion­es, con una curiosa arquitectu­ra que imita a las botellas de cava colocadas en rima, Heretat MasTinell ya era productor de vino y cava de alta calidad en su pequeña bodega. La idea del hotel surgió para dar a conocer a los amantes del vino toda su experienci­a desde diferentes puntos de vista. Por ello, sus servicios se completan con el íntimo restaurant­e En rima, de cocina catalana, elaborada con productos de kilómetro cero y centrada en la riqueza de las variedades locales y en productos de temporada.

LA CONCA DE BARBERÀ, EL RESURGIR DEL BUEN VINO A medio camino entre el Penedès y el Priorat, a escasos 45 minutos en coche, se encuentra la D.O. Conca de Barberà. Sus antecedent­es vinícolas más remo-

Para los más osados, Torres prepara en su restaurant­e Mas Rabell comidas o cenas a ciegas, con su correspond­iente maridaje

tos hay que buscarlos en tiempos de los romanos, aunque no fue hasta la Edad Media cuando el cultivo de los viñedos pasó a ser de vital importanci­a, gracias a las órdenes de los monjes cistercien­ses de la abadía de Santa María de Poblet y de los monjes templarios que se establecie­ron en la Conca y transmitie­ron sus conocimien­tos a los payeses. A finales del siglo XIX, la plaga de la filoxera acabó con la época de esplendor, pero la payesía fue capaz de resurgir con fuerza. Fueron los primeros en crear cooperativ­as agrícolas vinculadas al sector vitiviníco­la, sentando precedente­s en España. De esa época son las llamadas catedrales del vino, como las bautizó el dramaturgo Àngel Guimerà, unas impresiona­ntes bodegas modernista­s creadas por los arquitecto­s Pere Domènech (hijo de Lluís Domènech i Montaner) i Cèsar Martinell, de un gran valor dentro del patrimonio de la Conca de Barberà y de Cataluña. Hoy en día se pueden visitar tres de ellas, siendo la más interesant­e el Celler Cooperatiu de l’Espluga de Francolí, por ser el edificio insignia y porque alberga el Museo del Vino.

Por su parte, el monasterio de Poblet, que forma parte de la ruta del Císter, también consiguió sobreponer­se al

Las primeras botellas salieron del Priorat en 1878, directas a la Exposición Universal de París, y desde entonces se envejecen del mismo modo

abandono tras la desamortiz­ación de Mendizábal del XIX, cuando en 1940 algunos monjes volvieron a ocupar el edificio y se dedicaron de nuevo al cultivo del delicado pinot noir, en las nueve hectáreas intramuros. A finales del siglo XX, el grupo Codorníu se involucra en el proyecto y comienza la elaboració­n del vino Abadía de Poblet, de producción muy limitada y artesanal. Las bodegas, con elementos típicos del siglo XIX y otras recuperada­s del siglo XV son visitables e incluyen una cata de los dos únicos vinos que se producen aquí.

La historia del castillo fortificad­o de Milmanda es muy similar, aunque en esta ocasión fue la familia Torres quien lo adquirió en 1979 para elaborar, entre otros, su caldo blanco más famoso, el Milmanda. En la visita se hace un recorrido por los viñedos donde, entre romero, enebro y tomillo, se cultivan las vides en doble cordón, una técnica

que permite aprovechar la luz del sur proporcion­ando uvas sanas y ricas en azúcares.

EL PRIORAT, LA ESCALERA HACIA DIOS Esta comarca se ha ganado la fama de ser una de las zonas vitiviníco­las más prestigios­as de Cataluña. Acoge dos denominaci­ones de origen, la D.O.C. Priorat (en España, solo hay dos D.O. cualificad­as: esta y La Rioja) y la D.O. Montsant. La primera, la más antigua, establecid­a en 1954 y agrupa los territorio­s que pertenecie­ron al dominio del prior de la cartuja de Escaladei y la mayor parte de los suelos de pizarra de la zona que aquí es conocida con el nombre de ‘llicorella’. Fundada por las mismas familias que en 1840 compraron la cartuja durante la desamortiz­ación de Mendizábal, Cellers d‘Scaladei es la viva historia del vino en el Priorat. De sus bodegas salieron las primeras botellas en 1878, directas a la Exposición Universal de París, y desde entonces se siguen envejecien­do de la misma manera y en el mismo lugar, en la antigua cava de los cartujos, del siglo XVII, abierta exclusivam­ente a las visitas guiadas y que finaliza con una cata.

Para los más expertos en materia vinícola, las bodegas Torres ofrecen una experienci­a única en su centro de El Lloar. Se trata de un taller para crear un assemblage con diferentes variedades de uva envejecida­s en roble. El resultado es un Salmos con sello propio, una botella con etiqueta personaliz­ada para disfrutar en casa de un vino con carácter, que expresa el espíritu indómito de esta comarca.

En Falset, la capital del Priorat, se encuentra otra de las catedrales del vino, la Cooperativ­a Agrícola Falset Marçà, una de las bodegas más destacadas de Cataluña que ofrece visitas teatraliza­das.

La experienci­a de contemplar el atardecer desde Siurana, un pueblecito de cuento situado sobre un acantilado en el que los restos de una fortaleza sarracena cuentan la historia de la última ciudad que cayó durante la reconquist­a de Cataluña, –con el pantano de Siurana a sus pies y admirando la sierra de Montsant, la Gritella y las montañas de Prades– es una de las mejores maneras de dar por concluido el recorrido. Y disfrutand­o de una copa de vino, por supuesto.

 ??  ?? Arriba, postre del restaurant­e Mas Rabell. Derecha, VINSEUM en Penedès. Abajo, viñedos del Priorat y una bodega en Penedês.
Arriba, postre del restaurant­e Mas Rabell. Derecha, VINSEUM en Penedès. Abajo, viñedos del Priorat y una bodega en Penedês.
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 ??  ?? Según las agujas del reloj, interior de la Vinoteca Torres, viñedos del Castillo de Milmanda y escultura a la familia Torres. Arriba, detalle de la fachada del Monasterio de Santa María de Poblet.
Según las agujas del reloj, interior de la Vinoteca Torres, viñedos del Castillo de Milmanda y escultura a la familia Torres. Arriba, detalle de la fachada del Monasterio de Santa María de Poblet.
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 ??  ?? Arriba, Sergi Millet, el chef del restaurant­e privado de la Masia Mas Rabell de Fontenac de la familia Torres, de cocina mediterrán­ea. Abajo, langostino­s de Vinoteca Torres, en Barcelona.
Arriba, Sergi Millet, el chef del restaurant­e privado de la Masia Mas Rabell de Fontenac de la familia Torres, de cocina mediterrán­ea. Abajo, langostino­s de Vinoteca Torres, en Barcelona.
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 ??  ?? Arriba, las cúpulas del Real Monasterio de Santa María de Poblet. A la izquierda, bodegón con vino del Priorat. Abajo, postre en El Molí del Mallol, en Montblanc.
Arriba, las cúpulas del Real Monasterio de Santa María de Poblet. A la izquierda, bodegón con vino del Priorat. Abajo, postre en El Molí del Mallol, en Montblanc.
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