CUADERNO DE VIAJE
Además, guarda dos importantes museos: el Museo Arqueológico, y el Museo Bizantino, ambos repletos de tesoros arqueológicos.
Conviene hacer una parada en Toursi, el casco antiguo, comprar en el mercado, admirar la magnífica villa romana conocida como la Casa de Menandro, y pasear por la mezquita Geni Tsami.
Mitilene es un pueblo animado, ruidoso, lleno de restaurantes donde se alternan los sabores griegos y turcos. Desde aquí, y en coche, es fácil desplazarse a otros lugares de la isla. La ruta escénica, con sus impresionantes vistas de la costa o el interior salvaje y desconocido serpenteando por carreteras de montaña que nos llevan hasta la bahía de Kalloni, es uno de los paisajes más bonitos de Lesbos. Sus aguas transparentes y sus playas desiertas son el destino preferido de los birdwatchers, los observadores de aves, y el lugar perfecto para los que adoran los paseos sin cruzarse con casi nadie. Desde el pequeño puerto parten las barcas de colores que faenan cada tarde para pescar la sardina. Hay pequeñas tabernas para beber ouzo, el tradicional licor dulce, para comer pescado fresco o disfrutar buscando en las tiendas de la plaza pequeños tesoros de la artesanía local. Cerca de Kalloni se alza uno de los más bellos monasterios griegos, Limonos. A su lado, Agia Paraskevi, un pueblo singular cerca del templo de Apolo. Y continuando hacia el norte llegamos a Petra, situada sobre un acantilado que permite ver con claridad la franja azul de la costa turca. En Petra es famoso Loutra Eftalous, un spa con tratamientos termales de probada eficacia.
Llegamos a Molyvos. Pintoresco, con su laberinto de callejuelas que descubren casas antiguas con puertas de colores, y al final, un castillo. “Molyvos siempre ha sido el orgullo de Lesbos, sus habitantes son gente callada y orgullosa”, dice Tom Filakouris, un pescador que nació aquí y es uno de los sabios del pueblo. “También es el puerto al que llegan la mayoría de los migrantes, ya que muchas de las organizaciones de voluntarios, como Médicos sin Fronteras y la española Proactiva Open Arms, tienen aquí sus En Mitilene, el hotel Pyrgos (Eleftheriou Venizeliu, 49), un palacio de 1916 con muebles de época. Theofilous Paradise (Skra, 7), hotel boutique a 300 metros de la playa de Tsmakia. Kaloni Village Holiday Houses, en el golfo de Kalloni, perfecto para vacaciones en familia. En Molyvos, el Sunrise Resort Hotel, con tres piscinas y una terraza divina. En Sigrion, Tower House Komninos (Faneromenis, 8), con puestas de sol espectaculares.
En Sigri, Cueva de Oro, las mejores sopas de pescado de la isla. En Mitilene, obligatorio el restaurante Antonis Ouzeri. En la capital se come al aire libre en Kalnterimi, con su deliciosa selección de dulces a base de miel y almendras. Las tabernas The Octopus y The Captain´s Table, famosa porque sus dueños, lo australianos McRosties, fueron los primeros en dar ayuda a los refugiados creando la asociación Starfish.
De izda. a dcha., de arriba abajo, patio del monasterio Ypsilon; piscina del Sunrise Resort Hotel; barcas de pesca en el puerto de Mitilene, la capital de la isla; y la fachada del histórico hotel boutique Pyrgos, también en Mitilene.
barcos de salvamento. Nosotros no tenemos miedo de los migrantes, nunca lo hemos tenido: a esta isla han llegado personas desde hace siglos, siempre desde Asia. No de esta manera ni tanta gente, pero, ¿qué deberíamos hacer, cerrarles las puertas de nuestros hogares?”. Aquí las puertas están siempre abiertas, en el puerto deportivo, con restaurantes donde el pescado fresco llega todos los días, y con un desfile de voluntarios que vienen de todas partes del mundo, incluso desde la lejana Australia. Molyvos y las cercanas playas de Skala Sikaminias, antes acostumbrados a la tranquilidad del turismo de verano, se han convertido en babeles donde se hablan muchos idiomas.
Christos Karageogeorgiu, propietario del Cafe Traverso, nos dice: “Me gustaría que los viajeros tuvieran en cuenta que Lesbos es una isla de valor y no de pérdida. La belleza, como ves, se ha mantenido: la luz, el mar, los pueblos, son los mismos de siempre. El único cambio es que aquí, en este momento, Europa está siendo testigo de un capítulo importante de su historia”.
La poesía, que en esta isla tuvo uno de los mayores enclaves en la Antigüedad, no puede ser más evidente en este atardecer rojo. Casi nos parece estar escuchando los versos de Alceo de Mitilene, el poeta de Lesbos que, hace siglos, dijo: “Ahora hay que beber”.