Maridaje cultural
Este llegó en 1998 a Moët & Chandon. Sus viajes por el mundo dejan poso en el
Maison de Champagne Moët & Chandon, en Épernay (Francia). Abajo, sushi, que marida a la perfección con Moët Impérial. Arriba, bodega Moët & Chandon. Abajo, restaurante del Radisson Blu Hotel Shanghai New World. chef de cave champagne.
¿Qué países visitas con más frecuencia?
Tengo la suerte de viajar a muchas ciudades asombrosas, sobre todo en los Estados Unidos, Australia, Japón y casi toda Europa, incluyendo España.
¿Cuál ha sido tu viaje más memorable?
El que realicé a Shanghái en 2013, cuando me desplacé allí para celebrar la presencia de Moët & Chandon en China con un champagne legendario, el Grand Vintage Collection 1911. Estar en la terraza del último piso de un rascacielos, bebiendo esa increíble añada centenaria frente al escenario rabiosamente actual y refulgente de Shanghái, es algo que jamás olvidaré.
¿Qué país te ha impresionado recientemente?
Brasil, por su diversidad, inspiración y pasiones.
¿La palabra ‘champagne’ es una llave que todo lo abre?
No conozco a nadie que no disfrute con él. Pero lo más importante para mí es compartirlo en cenas con amigos, con una buena conversación, intercambiando ideas y puntos de vista. Esos momentos mejoran si se acompañan de champagne.
¿Te gusta maridarlo con la gastronomía de cada país?
Sí. Los productos de Moët & Chandon son receptivos a la cocina mundial. Los champagnes son un espejo de nuestra era, en que las culturas se encuentran y mezclan. Moët Impérial es perfecto como aperitivo o postre y puede acompañar carnes blancas, vieiras, sushi, pescado blanco, ostras o fruta blanca. El Nectar Impérial va con todo: foie-gras con pimienta, platos chinos o indios... No hay un gusto universal, se trata de explorar e improvisar.
la animada ciudad de Melbourne (Australia) y Moët & Chandon Ice Impérial Rosé.
Benoît Gouez, jefe de bodega de Moët & Chandon. jardines de Kioto.