CHRISTIAN BOYENS
Este altísimo alemán de Hamburgo y curriculum apabullante nos recibe con una atractiva sonrisa y un “¿qué tal va el Real Madrid?”. Resulta que da en el clavo, porque me gusta el fútbol. El director general del renacido Ritz gestiona un equipo de 600 personas, de 60 nacionalidades y 12 religiones diferentes. Después de un cierre de cuatro años y una inversión de 450 millones de euros, ¿qué han conseguido? “Ha sido un trabajo emocionante. Afortunadamente, tenemos una gestión familiar, eso nos hace independientes. Queríamos cambiarlo todo sin perder el alma”. Está muy orgulloso de su equipo. “Tendrá ocasión de comprobarlo durante su estancia, tenemos una actitud sincera, honesta, auténtica. No nos gustan las poses snob, las sonrisas estereotipadas, la nariz arrugada”. “En el Ritz no hay ni check in ni check out. El cliente llega y se va cuando lo desea o lo necesita. Incluso tenemos un servicio de recogida en la puerta del avión y viaje en limusina hasta el hotel”. ¿En qué ha cambiado el Ritz? “Hemos convertido las habitaciones en apartamentos, 142, más grandes y cómodos. Con vestidor, con ducha y baño separados, con dos lavabos, con la mejor tecnología del mundo, y sin perder los detalles que nos hacen únicos”. Sus mantras: pasión, honestidad, elegancia, eficiencia. Su frase: “Aquí todos dejamos a un lado nuestras diferencias y trabajamos juntos por un objetivo común”.
DEFINAMOS EL LUJO
Nada al azar, mucho equilibrio, perfección. En el Ritz hasta las flores son obras de arte.