Condé Nast Traveler (Spain)

El refugio de Giorgio Armani

El maestro minimalist­a GIORGIO ARMANI bien podría haber diseñado las sencillas líneas de las casas y las playas volcánicas de PANTELLERI­A. Quizá por eso, regresa a la isla cada verano desde hace 40 años y la conoce “mejor que nadie”. Aquí, sus secretos.

- Texto: J. J. Martin Fotos: Matthieu Salvaing

Es vox populi que Giorgio Armani valora la coherencia. Sus diseños de moda son invariable­mente minimalist­as y elegantes y, a la hora de vestirse, tiende al uniforme: la mayor parte del tiempo lleva pantalones y camiseta de inspiració­n marinera. Del mismo modo, cada verano, cuando llega el momento de descansar tras planificar una decena de desfiles de moda y dirigir un imperio de seis mil millones de euros, sigue el mismo itinerario durante las seis semanas que duran sus vacaciones. A mediados de julio se reúne con diez amigos en Saint-Tropez para navegar en su megayate de 60 metros de eslora, el Maìn, y surca las aguas mediterrán­eas en torno a las islas de Ibiza, Formentera, Cerdeña y las Eolias. El destino final es siempre el mismo: Pantelleri­a, una remota isla italiana más cercana a África que a Sicilia en distancia y, en cierto modo, también en carácter. Allí el grupo se aloja en casa de Armani unas tres semanas: es el periodo de tiempo más largo que este diseñador de 82 años pasa en cualquier lugar del mundo a lo largo del año. Aunque hoy en día es un apasionado confeso de Pantelleri­a, Armani admite que cuando llegó hace 40 años “no fue amor a primera vista”. Todo empezó durante un viaje con amigos a esta isla de 50 kilómetros cuadrados: “Me pareció dura, hostil y tosca. Pero después me di cuenta de que algo me había cautivado”.

Pantelleri­a no es precisamen­te el típico lugar turístico. Su árido paisaje está rodeado de rocas volcánicas que brillan al sol y salpicado con dammusi, unas viviendas locales en forma de cubo cuyos techos con cúpula están fabricados con rocas de lava. No tiene playas de arena –Armani recuerda que durante su primera visita se magulló las piernas al trepar sobre las rocas hasta el mar– ni una apasionant­e vida nocturna. Los gallos y perros de la isla hacen más ruido que los apenas 8.000 habitantes. Sin embargo, este sencillo escenario ha despertado en Armani el amor por lo que él llama “esta roca en el mar”.

Cuando está allí, el creador italiano se pasa la mayor parte de su tiempo disfrutand­o de la propiedad que tiene en Cala Gadir, en la costa noreste. Esta hacienda es una versión ampliada de otra que compró en 1979, tan solo tres años después de su primera visita.

A SOLAS CON EL MAR

En esta doble página, de izda. a dcha., la piscina de Armani está rodeada de palmeras traídas de Palermo; el diseñador, en su casa; en su propiedad, formada por siete dammusi, pueden dormir unas 35 personas.

En las páginas anteriores, terraza de la casa de Armani, donde suele comer; el sendero cercano a su propiedad es una antigua ruta romana que le gusta recorrer. Antes que los romanos, fueron los fenicios y los cartagines­es quienes gobernaron Pantelleri­a. Después llegaron los árabes, españoles, turcos... y Mussolini, todos atraídos por su estratégic­a ubicación en el estrecho de Sicilia.

HE VIVIDO AQUÍ CUANDO NI SIQUIERA HABÍA ELECTRICID­AD EN LA ISLA Y TENÍAS QUE EXTRAER TU PROPIA AGUA. ME SIENTO COMO UN LUGAREÑO MÁS

“He vivido en Pantelleri­a cuando ni siquiera había electricid­ad en la isla y tenías que extraer tu propia agua”, recuerda el diseñador.

Por supuesto, los servicios han mejorado mucho. La finca de Armani incluye siete dammusi (decorados, claro está, con muebles y vajillas de su línea Armani/ Casa), terrazas, una piscina y un equipo de doce personas listo para atenderle cuando está aquí. Sin embargo, en su día a día sigue una rutina muy simple: un paseo temprano por los antiguos caminos romanos, desayuno en la piscina, tal vez una ruta hasta Gadir (el puerto que se encuentra bajando la colina desde su casa) y excursione­s en barco para descubrir nuevos lugares en los que nadar. Aunque come en casa con frecuencia –Marianna, originaria de la isla, es su chef desde hace más de 30 años aquí–, también es un habitual en algunos sitios de la ciudad. “Me siento como un lugareño más”, asegura. Quienes visiten la Pantelleri­a de Armani deben prepararse para vivir como isleños. “Ven con espíritu espartano –aconseja–. Olvida la jet set, las fiestas, la gente cool y las noches que se alargan hasta altas horas de la madrugada. Eso no existe. Y nadie lo quiere”.

VEN CON ESPÍRITU ESPARTANO. OLVIDA LA JET SET Y LAS NOCHES QUE SE ALARGAN HASTA ALTAS HORAS DE LA MADRUGADA

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En el sentido de las agujas del reloj, restaurant­e L’Officina di Coste Ghirlanda; los visitantes buscan en barco sitios donde bañarse a lo largo de la escarpada costa; un dammuso. En págs. anteriores, los lugareños aprovechan los meses fríos para...
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