EL VALOR DEL LUJO ARTESANAL
El nuevo Mazda CX-5 se inspira en la armonía entre el jinete y su montura, Jinba Ittai en japonés, y en esa artesanía que implica diseño y precisión. Es el coche como arte.
Un coche es mucho más que un medio de transporte, para Mazda debe ser una extensión del conductor que le emocione y le haga disfrutar. En su nuevo modelo CX-5, la firma japonesa ha dado un paso adelante convirtiendo al ser humano en el núcleo de todo, desde el primer boceto hasta el resultado final. Y el punto de conexión entre la más alta ingeniería y las terminaciones nerviosas en este elegante SUV es la artesanía. Cada detalle, cada acabado, cada madera y cada metal están escogidos y trabajados con la precisión de unas manos expertas que dotan a cada tallado de inteligencia técnica y emocional. De hecho, este flamante vehículo se moldeó
Un SUV tan bello y complejo necesitaba un color propio. Así fue como se creó el estimulante y poderoso Soul Red Crystal
de forma meticulosa en arcilla antes de convertirse en un diseño de ordenador siguiendo la esencia del diseño KODO –Alma del movimiento-, un concepto que bebe de la energía contenida de la naturaleza. Solo a través de este proceso se consigue conferir alma al automóvil de forma genuina.
Su interior es un alarde de pura sencillez sofisticada donde cada línea abriga al pasajero, donde cada detalle importa y en donde se ha prescindido de lo superfluo y lo artificial. Más allá de la estética, este discurso tan esencialmente japonés acentúa una experiencia de conducción única: ‘Drive Together’. Esta se basa en la unión entre coche y conductor en armonía, de forma intuitiva y dinámica a través del uso de tecnologías como G-Vectoring Control, una asistencia integrada que mejora el comportamiento en carretera, o el Head-Up Display, que proyecta información en el parabrisas ayudando a mantener la vista al frente. Por fuera es pura poesía y metamorfosis. Mientras que la parte delantera es poderosa, por detrás, sus líneas poco a poco se redondean provocando un efecto de constante cambio sin perder robustez ni seguridad.
La delicadeza y complejidad de esta creación requería de un color propio. De la inspiración de un rubí - una gema tan atractiva como resistente- nació el Soul Red Crystal, un color único que utiliza tres capas: una reflectante, otra traslúcida y una capa superior transparente, para lograr una profundidad y unos reflejos sorprendentes. Para lograrlo, Mazda ha creado una técnica especial de pintura, Takuminuri (artesano en japonés), que traslada este arte a unos robots especiales de pintado. De este modo, se consigue un matiz profundo y estimulante que convierte la carrocería en un atractivo lienzo en el que el entorno se refleja orgulloso, como si la carretera y el paisaje quisieran formar parte de esta bella y sofisticada obra de arte.