Woodstock, un antiguo suburbio, se ha convertido en el barrio más creativo y refrescante de la ciudad
de quienes los llevan, que invitan a viajar a países remotos y que expresan emociones. Esto es lo que sucede con las creaciones de Pichulik. Su nombre ya desata curiosidad. Es exótico, refrescante, poderoso. Como el de la mujer que lo tiene como apellido y que fundó, hace apenas cinco años, esta marca de culto africana de “joyas audaces para mujeres valientes”: Katherine-Mary Pichulik. En su taller de Woodstock –un antiguo suburbio que se ha convertido en el barrio más creativo y refrescante de la ciudad–, diseña pulseras, collares y accesorios cargados de simbología y poesía, inspirados en sus días de mochila por España y la India, en libros y, sobre todo, en las ornamentaciones africanas y en mujeres reales como su madre y su abuela. Un diseño que ejecuta con materiales sencillos como cuerdas de barcos, latón o vidrio reciclado y ennoblece con piedras preciosas de distintas partes de África: ágata de Ghana y fósiles de Níger que compra directamente a los proveedores y que “elevan sus piezas a algo precioso”. Las elaboran mujeres artesanas de todo el continente, se venden en el mercado del Waterfront y en una docena de países y las revistas de moda internacionales las alaban porque nos devuelven a las tribus africanas en clave contemporánea. Pero no sólo eso, detrás de ellas hay todo un programa de crecimiento para que estas mujeres puedan volar todo lo alto que quieran, como también distintas colaboraciones con artistas, diseñadores, fotógrafos o productores. En su web puedes encontrar la iniciativa Brave Women, una serie de retratos íntimos –fotos y cortometrajes documentales– que exploran en las vidas de las mujeres valientes que hay tras las joyas.