Montpellier
Georges Frêche soñó con refundar la ciudad desde la vanguardia, cogió el teléfono y llamó a Ricardo Bofill. Alcalde y arquitecto debatieron y deliraron hasta crear Antigone, un PAU inspirado en la cultura clásica repleto de columnarios, Venus replicadas y basílicas de protección oficial. Más allá de su fotogenia, este barrio construido en 1977 estableció la maravillosa costumbre de ampliar la ciudad a base de urbanismo y estética. Cuatro décadas después, dos iniciativas estiran esta estela. Por un lado están las Folies, una serie de caprichos arquitectónicos que siembran los arrabales de fantasía, tal y como lo hacían los Châteaux en el siglo XVIII. No obstante, aunque este proyecto aspiraba a sumar una veintena de creaciones, el presupuesto sólo permitió que se construyan dos: el árbol blanco de Sou Fujimoto y la Folie Divine de Farshid Moussavi (1). En paralelo, Port Marianne es una Antigone actual, con edificios de Jean Nouvel como el nuevo ayuntamiento y la tienda RBC, o la piscina Le Nuage de Philippe Starck. Y, justo donde la ciudad se diluye en marismas, el Marché du Lez (2) pone el contrapunto postmoderno al brillo con tiendas de artesanía mediterránea y vintage como La Brocante o La Maison Pernoise (3).
Ricardo Bofill, Jean Nouvel, Sou Fujimoto, Farshid Moussavi, Philippe Starck... nombres de relumbrón para dar fuste a la nueva grandeur de la ciudad francesa