Ciudad de México
Y VOLVER, VOLVER... REGRESAMOS A CIUDAD DE MÉXICO. Y LO HACEMOS MIRANDO HACIA ARRIBA Y A RITMO DE SU BANDA SONORA, QUE VUELVE A OÍRSE SEIS MESES DESPUÉS DEL TERREMOTO DEL 19-S.
La herida que inflingió el terremoto del 19-S ha dejado también al descubierto lo mejor de los habitantes de la CDMX: su unión y espíritu de lucha. Presenciamos su viva reconstrucción.
Ciudad de México puede resultar como su comida: sabrosísima, callejera, engorrosa y, a veces, de tan picante y atrevida, intolerable para estómagos delicados y mentes pejigueras. Pero esa es, precisamente, la cancamusa para aventureros y viajeros omnívoros que buscan ciudades reales, de esas que cuando sangran saben a hierro y cuando ríen arrugan el ceño sin miedo a los signos de la edad. A lo largo de su historia, México ha reído mucho. Pero también ha llorado lo suyo. “Está acostumbrada a recibir madrazos”, como dice el cocinero Enrique Olvera; y, de ellos ha aprendido (a la fuerza ahorcan) a ser lo que es: una ciudad que dista mucho de la perfección (el DFctuoso, le llaman sus habitantes), pero que, tras el terremoto del pasado 19 de Septiembre (7,1 en la escala Richter y 167 muertos sólo en la capital) demostró estar infinitamente más unida y organizada de lo que se empeña en aparentar bajo su paraguas de megalópolis deshumanizada y caótica.
CANTA Y NO LLORES
Ya lo dice la canción: “Guadalajara en un llano, México en una laguna”. Parte de Ciudad de México está levantada sobre terreno lacustre, algo que el 19-S le salió muy caro. Y más a las colonias de Roma y Condesa, esos barrios de casas antiguas y calles peatonales donde viven artistas y creativos, surgen cines independientes y abren los últimos restaurantes, que volvieron a ser unas de las zonas más afectadas. La herida es honda y profunda. Y tardará en cicatrizar. Pero seis meses después de aquel trágico 19-S, el DF comienza ya a tararear su particular banda sonora; esa que fusiona las bocinas de los más de cinco millones de coches que salen a la calle cada mañana con
“CIELITO LINDO” SE ENTONABA A MEDIA VOZ PARA INTENTAR ALEGRAR A UNOS CORAZONES FAMÉLICOS
la sugerente oferta de los vendedores de chapulines en el mercado de Coyoacán, la percusión de los concheros del Zócalo, las campanillas ‘peterpanescas’ del carrito de los helados y la macedonia de canciones que se oyen a la vez en los semáforos de Reforma.
Los días después del sismo no había nada de eso. Era una ciudad de casi nueve millones de habitantes en silencio. El más ensordecedor que jamás se haya escuchado en ella. Sólo una melodía, la misma en todos sus rincones: el legendario Cielito lindo, que se entonaba a media voz, sin sombrero ni mariachis y apretando bien los dientes para, como su propia letra reza, intentar alegrar a unos corazones que se habían quedado famélicos.
SALTA, SALTA CONMIGO
El temblor hizo saltar a los chilangos. Abrazados por arengas digitales como #CantayNoLlores, #FuerzaMéxico salieron a la calle. A hacer cadenas humanas para recoger escombros, a preparar tortas, a llevar agua y medicinas o, simplemente, a servir de hombro a quien lo pudiera necesitar. El rico y el pobre, el creyente y el ateo, los ciudadanos de a pie y los grandes nombres de la música, el cine, la gastronomía... todos remaban en la misma dirección. Director de directores, Guillermo del Toro se prestó como un potentísimo altavoz en redes sociales –“A cualquiera en México que necesite publicar mensajes urgentes puede hacerlo por medio de mi cuenta. Solo agregue @RealGDT, y yo apoyaré”– y Diego Luna, más de moda que nunca, protagonista de la cuarta temporada de Narcos, fue la cara más mediática de la ayuda. Junto a Oliver Castro, fundador de Distrito Films, puso en marcha Lagotanganica67, un centro de acopio organizado en la propia productora de Castro que se mantuvo abierto 24 horas durante 40 días. El resultado fue espectacular: 900 toneladas de solidaridad en forma de comida, medicina y material.
“En el 85, cuando tembló –explica Castro–, tuve que dejar mi casa y nunca más pude regresar. Ahora sentía que tenía que hacer algo, así que en la madrugada escribí un texto que le mandé a Miguel Bosé y por la mañana tenía un vídeo suyo pidiendo ayuda que enseguida se hizo viral en las redes sociales. Ese mismo día Diego Luna subió otro en su cuenta de Instagram y, tras él, fueron uniéndose decenas de personajes de la industria como Camila Sodi (la modelo favorita de México), músicos, escritores y otros amigos del mundo de la cultura”.