Cuando llegues, asómate a la ventana
Paisajes de la época de los pioneros y vistas al Pacífico (y a la cordillera de Kaikoura, aunque no salga en la foto) en una granja de Nueva Zelanda.
En 1843, la granja de Annandale fue una de las primeras en establecerse en la costa oriental de la Isla Sur de Nueva Zelanda. Es conocida la calidad de su carne orgánica y de su lana pero, además, acumula premios por una propuesta de alojamiento que nos hace viajar a la época de los pioneros. Pioneros que hoy exploran en helicóptero y beben grandes reservas. Estamos entre las montañas que ocupan toda la península de Banks y el Pacífico, a hora y media de la ciudad de Christianchurch por una espectacular carretera escénica a prueba de vértigos. Los rebaños de ovejas perfilan el horizonte, pastando en lo alto de los acantilados, y se ve a los delfines jugar con las olas más allá de la bahía. La casa de la playa de Scrubby Bay (en la imagen) es uno de las cuatro diferentes alojamientos de la granja. También está la casa de cristal, sólo para dos, que parece flotar sobre el mar, y la casona principal, de finales del siglo XIX y hoy con una piscina y un centro de fitness a lo James Bond –si quieres verlas, entra en traveler.es–. Pero Scrubby Bay es nuestra favorita. Diseñada por el arquitecto Andrew Patterson en madera de cedro, tiene vistas de escándalo hasta desde los retretes (y desde el jacuzzi). En el centro del gran salón acristalado hay una chimenea de piedra rodeada de sofás de los que atrapan, y en la piscina, una moderna barbacoa. De la cocina se encarga tu chef privado. Tiene toda la granja a su disposición y su propia escuela gastronómica. Pero lo más espectacular te espera ahí fuera. En lancha o en kayak, guiado por biólogos, podrás acercarte a las ballenas y explorar calas en las que viven colonias de focas, pingüinos y aves marinas; caminar y montar en bici por la red de senderos; y, por supuesto, participar en las labores diarias de la granja (annandale.com; desde 2.245€).