Seúl
La actriz Kim Tae-Ri, aclamada protagonista de La Doncella, dirigida por Park Chan-Wook, fue nuestra guía y embajadora en la capital surcoreana. Un viaje a los sentidos.
DENTRO DEL IMPONENTE ENTRAMADO URBANO DE LA CAPITAL SURCOREANA HAY DISEÑO, COCINA SIN COMPLEJOS, SENTIDO DEL HUMOR Y UNA MANERA PROPIA DE HACER LAS COSAS. LA ACTRIZ KIM TAE-RI, MUSA DE PARK CHAN-WOOK Y NUEVA IMAGEN DE FLOWER BY KENZO, NOS DESCUBRE UNA CIUDAD GLOBAL Y UN POCO GAMBERRA.
CONOCER EN SE L A LA PROTAGON STA DE LA PEL CULA ‘LA DONCELLA’ RESULTABA MUY TENTADOR
En un primer momento, no es fácil reconocer a la Sook-Hee que ideó Park Chan-Wook para su celebrada película La doncella (2016) en la chica menuda y distante que nos recibe en el vestíbulo del Four Seasons de Seúl. Lo de que nos recibe es un decir, porque Kim Tae-Ri apenas nos mira por el rabillo del ojo cuando llega, puntual y rodeada de un remolino de representantes, familiares, estilistas y, suponemos, amigos y/o familiares. El director de las películas de culto Old Boy o Sympathy for Mr. Vengeance eligió a la entonces debutante actriz surcoreana entre miles de candidatas para construir un personaje difícil de olvidar. Tierno e ignorante primero; sensual y fascinante después. El filme, una prodigiosa mezcla de las francesas Las diabólicas (por lo perverso del argumento, un triángulo de amor y traiciones) y La vida de Adèle (por la increíble fotografía y el erotismo lésbico a raudales), arrasó en crítica y llevó al director artístico de Kenzo, Patrick Guedj, a elegir a esta chica de mirada viva (y un poco dura, de entrada) como protagonista de la nueva campaña del icónico perfume Flower by Kenzo. Por este motivo, conocer a la nueva ‘amapola’ de la maison –símbolo de la fragancia desde su creación en 2000 y sinónimo de libertad–, estamos en Seúl y nos encontramos en nuestro particular camarote de los hermanos Marx: una lujosa habitación de este cinco estrellas de Gwanghwamun, zona financiera que recibe este nombre por la puerta principal homónima del cercano palacio de Gyeongbokgung.
De la infinidad de buenos motivos que hay para viajar a la capital de Corea del Sur –que iremos desgranando en los párrafos siguientes–, el de conocer a Tae-Ri resultaba muy tentador. No todos los días se puede ver de cerca un talento avalado por Park Chan-Wook. Si el cineasta no da puntada sin hilo, tampoco LVMH, el gigante francés al que pertenece la firma de origen japonés y que ha elegido a esta joven intérprete que cumple 28 años este mes. “Estoy muy agradecida por esta oportunidad”, subraya Tae-Ri. “Patrick Guedj vio La doncella y la energía de mi personaje influyó en su decisión”. El director creativo de Kenzo Parfums se confiesa apasionado de Japón y desconocedor de Corea, si bien coincidimos con sus primeras impresiones sobre Seúl y sus habitantes: “Son más latinos que los japoneses, más salvajes. Más parecidos al estilo europeo”.
Vemos, ahora sí, un poco de eso en la Tae-Ri sonriente y relajada, vestida con un jersey oversize rosa chicle y deportivas, al acabar la sesión de fotos. “Todo lo que me ha traído esta película, incluyendo este en-
cuentro con Condé Nast Traveler, es muy importante. No me había dado cuenta hasta ahora mismo, cuando os he conocido, de lo relevante que es todo esto”, comenta, olvidada ya la tensión contrarreloj de las fotos y las peticiones de los representantes. Y se nos revela un poco niña: apenas ha viajado, a la cercana Taiwán (“¡Aún recuerdo la emoción que me produjo planear ese viaje y soñar con él antes de hacerlo!”) y a San Francisco, donde rodó el spot para el perfume. Si de la primera le gustó ir en bici por Taipéi, de la segunda destaca la multiculturalidad. Y muestra un genuino interés por descubrir nuevos destinos a través de nuestras recomendaciones entre los típicos grititos coreanos, de cadencia inconfundible para quienes hayan visto en versión original las películas de Chan-Wook o Joon-ho Bong (Snowpiercer, Okja).
La ciudad natal de Tae-Ri produce un efecto similar al de ella en el visitante. Imponente al principio, un poquito gris, fría y sofisticada en sus hormigones y cielos de invierno, resulta divertida, joven, cálida y colorista vista de cerca. Tae-Ri dice amar y odiar por igual su propia ciudad: “Creo que es lo normal con el sitio en que vives”, se defiende con una gran sonrisa. Y en sus recomendaciones se resume nuestro sentir hacia todo lo que nos ha cautivado de esta capital de más de diez millones de habitantes. En primer lugar, este es un destino para comer. De hecho, nos preguntamos, ¿cómo es que no ha cuajado tanto a nivel internacional la cocina coreana como la japonesa o la china? En Seúl se come mejor que bien, y a precios asequibles. Las recetas son saludables y riquísimas, aunque, avisamos, el tema del picante va muy en serio y, a menudo, viene de serie. El kimchi es omnipresente, así como el güi (barbacoas coreanas), y el país promueve su cultura culinaria a través de mercados tradicionales como Gwangjang, Namdaemun o, más recientemente, Tongin Market. La gama de delicias locales pasa también por fideos imposibles de encontrar en otro lugar. La actriz nos aconseja Pyongyang Myeonok, en el barrio de Gangnam-gu, donde sirven unos cold noodles (‘naengmyeon’ o ‘raengmyon’) de origen norcoreano que, al parecer, son la debilidad de Park Chan-Wook. “Cuando está de viaje los echa tanto de menos que toma agua de coco para consolarse, porque dice que le recuerda a la sopa que llevan, aunque no tiene nada que ver”, bromea. Una visita de noche al palacio Changdeokgun, Patrimonio Cultural Mundial por la Unesco, es otra de sus sugerencias. Gran parte de los trece millones y medio de visitantes que recibió Seúl en 2016 buscaban la majestuosidad de las construcciones históricas, por donde pasean seulitas ataviados con trajes tradicionales, pero también la inamovible dignidad de barrios preservados como Bukchon
EN GANGNAM-GU S RVEN UNOS ‘COLD NOODLES’ QUE SON LA DEB L DAD DE PARK CHAN-WOOK
Hanok Village. Pero Seúl también cuenta con las credenciales ‘oficiales’ de modernidad. Los títulos de World Design Capital y City of Design de la Unesco en 2010 muestran la voluntad; Dongdaemun Design Plaza, de Zaha Hadid, y Lotte World Tower, de la firma Kohn Pendersen, capacidad e identidad. La última se inauguró en 2017, es la torre más alta del país –la quinta del mundo– y contiene grandes almacenes, galerías, oficinas, apartamentos, un hotel de lujo de siete estrellas (chúpate ésa, Dubái), un acuario y una sala de conciertos para 2.000 personas. Por su parte, el fluido y ondulante proyecto de la malograda Hadid es un importante núcleo cultural que incluye museos, bibliotecas y centros educativos. Aunque si algo marca los buenos propósitos de Seúl, quizá sea Seoullo 7017, una autopista de los años 70 convertida en jardín-pasarela, con más de 228 especies y subespecies. La ciudad en la que se reciben mensajes en el iPhone que advierten de terribles partículas en el aire, perjudiciales para la salud, y la recomendación de usar mascarilla, aspira a ser más verde, ecológica y peatonal.
Otro de los motivos para visitar la ciudad que, como Nueva York, presume de no dormir nunca (de madrugada, la gente está en los karaokes), puede ser el antropológico. El megaéxito mundial de la canción Gangnam Style, coreografía incluida, fue sólo la punta del iceberg del Hallyu, nombre que hace referencia a la expansión cultural surcoreana, especialmente a través de películas y series de televisión (anime y K-drama). El pop coreano o K-pop fue el que hizo mundialmente famoso el barrio de Gangnam-gu, una especie de Campos Elíseos seulenses adornados con bonitos cafés y tiendas de lujo. Siendo un fenómeno global digno de estudio, el del pop no alcanza los extremos del K-Beauty. De hecho, el souvenir coreano por excelencia, como indicamos en nuestra sección homónima (pág. 154), son las mascarillas faciales
(aunque las hay corporales, de pies ¡y hasta de pechos!). De zonas comerciales como la colorida Myeongdong es obligado salir con bolsas repletas de ellas, y también de gadgets que rompen la barrera entre la infancia y el mundo adulto, y de ropa de marcas internacionales y diseñadores locales. Sin entrar en el boom turístico de la cirugía estética, que se prevé que en 2020 genere 3.500 millones de wones (2.359 millones de euros), las innovaciones surcoreanas en cosmética han conseguido que marcas de prestigio internacional trasladen allí parte de sus cuarteles generales. La clave del éxito podría tener que ver con el sentido del humor –ojo a los envases y packaging, objetos de deseo en forma de animalitos y muñecos de todo tipo–, y el prestigio de la tradición asiática, con sus rituales que incluyen hasta diez pasos y el uso de productos menos habituales hasta hace poco en occidente, como las esencias. El ritual de las compras incluye disfrutar de los coloridos neones y los puestos de comida callejera que salen a cada paso. Para este menester, en el extremo occidental de la ciudad se encuentra Hongdae, el área de la Universidad de Hongik. Llena de gente joven, energía y artistas callejeros, es uno de los lugares más sugerentes para perderse durante horas y disfrutar luego de la noche coreana. También vale la pena adentrarse en el subsuelo metropolitano. El Centro Comercial Subterráneo de la Estación de Gangnam es una de las mecas para hacerse con prendas a buen precio, pero hay muchas otras como Goto Mall, el favorito de Tae-Ri, que se encuentra bajo la Express Bus Terminal Station.
Los buscadores de lugares ‘instagrameables’ (y con wifi) recalan a menudo en Yeonnam-dong, bastante popular entre los coreanos por sus originales restaurantes y cafeterías. Pero el barrio emergente, nos cuentan, es Ikseon-dong, un viejo reducto de casas tradicionales que ha vuelto a la vida después de que algunos diseñadores instalaran ahí sus talleres. Para Tae-Ri, sus enclaves más especiales son el monte Namsan, un pico de 494 metros de altura en el corazón del Parque Nacional Gyeongju (“Me encanta hacer senderismo”) y, para pasear y comer algo, Daehakro, que también es territorio universitario, conocido por su escena teatral independiente. “Allí he pasado mucho tiempo con mis amigos y disfrutando de performances”, recuerda. Y con una foto de grupo en la que hace el signo de la victoria, se despide de nosotros borrando todo rastro del séquito, las prisas, el gris...
EL BARR O DE HONGDAE EST LLENO DE GENTE JOVEN, ENERG A Y ART STAS CALLEJEROS