Segunda residencia
Lorenzo Castillo nos abre su casa de Ribadesella, donde el mar convive con los recuerdos familiares.
El sueño de Lorenzo Castillo en Ribadesella.
Lorenzo recuerda estar tumbado en la playa de Santa Catalina, frente a la casa donde había pasado tantos veranos durante su infancia, cuando de repente vio cómo colocaban el cartel de ‘Se vende’ en la ventana. “No lo dudé ni un segundo: llamé para interesarme y saber el precio. El agente inmobiliario no daba crédito cuando, de inmediato, le pregunté qué día se podría firmar la compra. ‘¿Pero no querría verla primero?’, me dijo”.
Así fue como la casa que contenía tantos recuerdos, tantas aventuras y tantos años de historia, y que sus padres habían vendido, volvió a manos de Lorenzo Castillo. “La inauguré el primer verano que pasamos allí con una fiesta sorpresa de cumpleaños para mi madre, con gaiteros incluidos”, nos cuenta el prestigioso interiorista, que hace unos meses publicó un libro sobre su trayectoria profesional.
Comenzó la reforma con la idea de respetar al máximo la sensación de casa de verano del norte, con interiores cálidos y objetos clásicos. Los muebles también se compraron ex profeso para la casa: “Algunos datan del siglo XX, como la mesa de piel de cabra de Aldo Tura, que se mezcla con muebles alacena de ébano y palosanto del XIX”, añade Lorenzo, feliz de que el destino le devolviese ese lugar que tantas veces había aparecido en sus sueños y donde ahora puede hacerlos realidad.